Antártida no siempre fue aquella blanca y helada porción en nuestro planeta; en el pasado remoto, hace unos 260 millones de años, las cosas eran muy diferentes. El continente era el escenario de exuberantes bosques y posiblemente con la presencia de diversas especies de animales. Ahora, los científicos están descubriendo sus restos fosilizados y empezando a comprender más sobre su pasado.
Según los fósiles hallados, los bosques habrían existido cuando la Antártida era mucho más cálida, al final del Período Pérmico y antes de los primeros dinosaurios, de hecho, justo en el momento del mayor evento de extinción masiva de la historia.
Muchos científicos piensan que un aumento masivo de casos de invernadero, tal vez por erupciones volcánicas en Siberia, causó este evento de extinción, y el equipo de la Universidad de Wisconsin-Milwaukee espera aprender más sobre lo que sucedió a través de los fósiles atrapados bajo el hielo.
En la actualidad, los investigadores se encuentran buscando una región llamada Promontorio McIntyre en las Montañas Transantárticas.
«La gente ha sabido de los fósiles en la Antártida desde la expedición Robert Falcon Scott de 1910-12», dice uno de los miembros del equipo, el paleoecólogo Erik Gulbranson.
«Sin embargo, la mayor parte de la Antártida aún no ha sido explorada. A veces, podrías ser la primera persona en escalar una montaña en particular».
Erik Gulbranson, paleoecólogo y profesor asistente visitante en UWM, estudia algunos de los árboles fosilizados que trajo de la Antártida. Gulbranson regresará allí para realizar más investigaciones este año. Crédito: UWM Photo / Troye Fox
Estos bosques estaban hechos de material resistente. Incluso con las temperaturas más cálidas, los árboles tendrían que adaptarse a muchos meses de oscuridad, y los expertos creen que estos árboles habrían tenido la capacidad de «dormir» en el invierno.
Los investigadores aún tienen que entender cómo hicieron estos árboles antárticos en el pasado, para cambiar los modos de verano a invierno de forma tan rápida y con las condiciones cambiantes que los rodeaban.
De acuerdo a investigaciones previas, hay evidencia de que árboles de hoja perenne y caducifolios se dispersaron en los bordes de la Antártida hace cientos de millones de años, y los nuevos fósiles sugieren que estos árboles antiguos habrían podido encender y apagar sus ciclos de crecimiento casi como un interruptor de luz.
También es probable que el follaje fuera menos diverso que en los bosques actuales, con diferentes tipos de plantas que tienen diferentes funciones en la supervivencia general del ecosistema.
El equipo aún no ha publicado los resultados de sus hallazgos, pero hasta la fecha se han recuperado 13 fragmentos de árboles fósiles. Junto con las rocas que rodean estos fragmentos, pueden enseñarnos mucho sobre los ecosistemas del pasado distante, y lo que podría haber aniquilado toda esta vida.
«Este bosque es un vistazo de la vida antes de la extinción, lo que puede ayudarnos a comprender qué causó el evento», dice Gulbranson.
Cada viaje al páramo helado tiene el potencial de descubrir algo nuevo, ya sea reliquias de un pasado prehistórico o evidencia de que especies desconocidas podrían prosperar en ciertos lugares debajo del hielo.
Se han planeado nuevas investigaciones y expediciones para los próximos meses y hasta enero de 2018, y en última instancia, podríamos descubrir algunas lecciones importantes sobre cómo es probable que nuestro planeta reaccione ante el clima cambiante que tenemos hoy.
«El registro geológico nos muestra el comienzo, la mitad y el final de los eventos de cambio climático», dice Gulbranson.
«Con más estudios, podemos comprender mejor cómo los gases de efecto invernadero y el cambio climático afectan la vida en la Tierra».
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