Al menos cuatro personas han muerto en Portugal por un brote de legionela. Además, las autoridades sanitarias confirmaron que otras 180 personas han tenido que ser hospitalizadas por la bacteria, algunas de ellas en estado crítico.
El hombre murió tres horas después de ingresar, hoy mismo, en el hospital de Vila Franca de Xira, a unos 30 kilómetros al este de la capital lusa, según dijo a los medios el director clínico del centro, Carlos Rabaçal, quien añadió que la víctima tenía problemas respiratorios, lo que agravó la infección. Tan solo un día más tarde, se confirmó la muerte de otras tres personas.
“Tenemos 180 casos confirmados, de los que 24 están internados en cuidados intensivos”, explicó el director general de Sanidad portugués, Francisco George.
En una entrevista a la cadena de televisión TVI, George admitió que es posible que surjan nuevos casos en las próximas horas y días, e hizo un llamamiento para que no cunda la alarma.
La bacteria de la legionela tiene su hábitat natural en el agua y, en particular, en los residuos acuosos de aparatos de aire acondicionado, duchas y sanitarios, indica el portal ‘Sipse’. Según recordó George, “no se transmite de persona a persona” y los grupos de riesgo son los mayores de 50 años y los fumadores. Si logra tratarse a tiempo, el índice de mortalidad de esta patología no supera el 6%.
El ministro de Sanidad portugués, Paulo Macedo, aseguró este fin de semana que “todos los años” hay un número “significativo” de casos de legionela en Portugal. Sin embargo, subrayó que “no es normal” que estén tan concentrados.
La bacteria de la legionela tiene su hábitat natural en el agua y, en particular, en los residuos acuosos de aparatos de aire acondicionado, duchas y sanitarios.
No se contagia de persona a persona, al beber agua ni a través de los alimentos, sino que para resultar infectado se ha de inhalar agua pulverizada en forma de aerosol, como gotas minúsculas.
Los focos principales de contagio son las redes de distribución de agua de los edificios, a través de grifos y duchas; los respiradores y humidificadores que en los hospitales se reutilizan con los pacientes; y las torres de refrigeración y sistemas de aire acondicionado.
Tiene un periodo de incubación de entre 2 y 10 días y sus manifestaciones clínicas se parecen a las de las neumonías atípicas, con una sintomatología respiratoria variable (que al principio puede incluso confundirse con la gripe), así como alteraciones de diversos órganos, que pueden ser más o menos severas en función del estado previo del afectado.
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