Científicos norirlandeses sostienen que la aparición de una nube de ceniza volcánica en el Atlántico, similar a la que afectó el espacio aéreo europeo en 2010, "podría ser inminente", reveló hoy una investigación de la Queen's Univertsity de Belfast (QUB).
Científicos norirlandeses sostienen que la aparición de una nube de ceniza volcánica en el Atlántico, similar a la que afectó el espacio aéreo europeo en 2010, “podría ser inminente”, reveló hoy una investigación de la Queen’s Univertsity de Belfast (QUB).
La previsión ha sido desarrollada por el Departamento de Geografía, Arqueología y Paleoecología de la QUB, que ha hallado en Irlanda y otros lugares en Europa depósitos de ceniza procedentes de un volcán que entró en erupción en Alaska (Estados Unidos) hace casi 1.200 años y que, de media, vuelve despertar cada cien años.
Sus conclusiones, publicadas hoy en la revista “Geology”, demostrarían que estos depósitos de residuos pueden cubrir distancias que antes no se creían posibles, como puede ser esa travesía por el océano Atlántico.
Uno de los responsables del estudio, Sean Pyne-O’Donnell, aseguró hoy en un comunicado que estas investigaciones pueden convertirse en una gran ayuda para la industria de la aviación.
El experto consideró que esta información es muy útil, pues “las aerolíneas siempre están interesadas en la gestión de riesgos. Este (estudio) les permite prepararse mejor para este tipo de eventualidades”.
Durante su investigación, los científicos de la QUB recogieron en diferentes lugares de Europa, entre ellos en la ciénaga de Sluggan, situada en el condado norirlandés de Antrim, restos de ceniza procedentes de la erupción en Alaska en el año 847 del volcán Mount Bona-Churchill.
Aquel fenómeno formó el llamado White River Ash (“Río de Ceniza Blanca), una lengua de depósito volcánico que nace en Alaska y penetra en suelo canadiense a través de los territorios de Yukon y del Noroeste.
Gracias a la toma de “huellas químicas”, explicó Pyne-O’Donnell, se pudieron relacionar los restos de White River Ash con los hallados en Irlanda, Noruega, Alemania y Groenlandia, los cuales se creía que procedían de algún volcán de Islandia, su origen más común en el continente europeo.
La erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull paralizó el tráfico aéreo europeo, con la cancelación de unos 100.000 vuelos, durante varias semanas en 2010 al extenderse la nube de ceniza por todo el continente, una situación que le costó a las aerolíneas más de 2.500 millones de euros.
Pyne-O’Donnell recordó que volcanes como el Mount Bona-Churchill son mucho más inestables que los islandeses y que, de media, entran en erupción cada cien años.
“Si eso ocurriera de nuevo, lo cual no es improbable, tendría enormes consecuencias para la industria aeroespacial. Se trata (el Atlántico) de una zona muy grande y muy transitada. Los trastornos causados serían enormes”, agregó.
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