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miércoles, 28 de diciembre de 2016

El volcán Cayambe en Ecuador da señales de reactivación tras 230 años

Han pasado 230 años desde la última vez que el volcán Cayambe erupcionó. Los sismos que se han detectado desde junio de este año y que se han acentuado en las últimas seis semanas pueden ser indicios de una posible reactivación.


Patricia Mothes, vulcanóloga del Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, cree que por ahora no hay evidencias que muestren que el comportamiento del coloso vaya a empeorar; aunque tampoco existe una declinación de este proceso.Los sismos que se registran son volcano-tectónicos y de largo período; los primeros se producen cuando hay fracturamiento de la roca interna del volcán, por una posible intrusión de magma (una pequeña cantidad), y los segundos se relacionan con el movimiento de fluidos (gases, agua, vapor y otros elementos).

Ambos eventos son indicadores de una reactivación de este coloso, asentado en la provincia de Pichincha. Antes de junio se contabilizaban 25 sismos diarios y luego subieron a 80, pero en las últimas dos semanas disminuyeron a 45 por día, indica el último reporte del Geofísico. Hay que esperar más tiempo para ver si se mantiene esta tendencia.
El Geofísico plantea dos escenarios de su actividad. Uno: que se calme. Dos: que tenga una erupción pequeña, como la del Cotopaxi, aunque con pocas probabilidades.
Para tener una mejor información de su comportamiento, los investigadores del Geofísico instalan más equipos. A mediados de este mes, a 4 650 metros de altura, colocaron un inclinómetro, que es un aparato que sirve para detectar la presencia de magma; técnicamente le llaman ensanchamiento o deformación. “Al momento, la deformación, no ha aumentado, es muy incipiente”, dice Mothes.
El volcán es monitoreado por tres estaciones, que envían información en tiempo real a las oficinas del Geofísico en Quito. Es necesario poner más equipos –indica Mothes-, sobre todo en el lado oriental, por donde bajaron los lahares y flujos de lava en la erupción de 1785-1786. Ese lugar es de difícil acceso, debido a la existencia de grandes quebradas, por lo que se requiere viajar en aeronaves.
Ese monitoreo es clave, especialmente para armar los planes de prevención para proteger a los habitantes de Cayambe y la infraestructura construida en la parte oriental. La investigación de Pablo Samaniego, cuenta Mothes, encontró evidencias de capas de ceniza y de una actividad muy importante de sus erupciones de 1590 y la última de 1785-1786. Arrojó cientos de millones de metros cúbicos de material.


Este material fue expulsado desde sus domos o bocas, que forman un complejo: dos en la cima (Virgen y Tarugocorral) y dos o tres en la parte nororiental. Cada uno tiene su propio sistema de alimentación de magma. No se parece en nada al Cotopaxi, que tiene una sola boca o cráter

Según la vulcanóloga, el complejo de domos del nororiente es el más activo del volcán, pero hacia el occidente, donde está el cantón Cayambe, puede haber una afectación de la ceniza al ganado, que sostiene una importante industria lechera; el sector floricultor y el aeropuerto Mariscal Sucre. “Es mejor que la gente se prepare, porque puede ser que el volcán no esté avisando de su reactivación”, sugiere Mothes.
Los habitantes de Cayambe desarrollan sus actividades prácticamente con un ojo puesto en el volcán. Así comenta Guillermo Churuchumbi, alcalde y presidente del Comité de Operaciones Emergentes (COE).
Por eso se elabora un plan de contingencia. El 5 de diciembre, el COE activó ocho mesas, conformadas por técnicos y funcionarios, para elaborar el programa que servirá para que la población sepa cómo actuar en caso de emergencia.

(Fuente: elcomercio.com)

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