Tres acontecimientos recientes podrían aumentar las tensiones entre las dos potencias asiáticas, lo que llevaría también a EE.UU. a involucrarse debido a sus compromisos y alianzas con Japón, advierte The National Interest.
La disputa territorial entre Pekín y Tokio sobre las islas Senkaku (Diaoyu en chino) no es nada nueva. China rechaza la afirmación japonesa de que, en los últimos días de la guerra chino-japonesa, las islas eran 'terra nullius' (tierra de nadie) y, por ende, Tokio tenía derecho a incorporarlas.
Las tensiones sobre las islas han crecido en los últimos años, después de que un que barco pesquero chino chocara intencionadamente con dos embarcaciones de la Guardia Costera de Japón en 2010, y de que Tokio comprara algunas de las islas a sus dueños privados en 2012.
En primer lugar está la construcción de dos enormes buques para la guardia costera de China. Desde que el Servicio de Guardacostas de China quedó establecido en 2013, ha crecido hasta convertirse en una herramienta clave en la estrategia del gigante asiático. Cada barco tendrá, según se rumorea, un desplazamiento de 10.000 toneladas (cerca de 15.000 a plena carga), lo que hace que estos barcos sean los mayores buques guardacostas en el mundo.
La segunda novedad consiste en el presunto plan de China para construir dos bases cerca de las islas Senkaku en disputa. El diario japonés 'Yomiuri Shimbun' informó que la Guardia Costera de China está contemplando la construcción de una gran base de operaciones en la ciudad portuaria china de Wenzhou para mejorar la vigilancia de las islas. La base, a unos 350 kilómetros de las islas, tendría un área cercana a los 500.000 metros cuadrados, capaz de dar amarre a seis barcos.
En tercer lugar, se da la circunstancia de que apenas a unos 180 kilómetros al noreste de las Islas Senkaku existen yacimientos de petróleo y gas.
Actualmente hay 16 estructuras chinas dedicadas a actividades de petróleo y gas en alta mar en el mar de China Oriental. Doce de ellas se han construido desde el año 2012. En 2008, Pekín y Tokio acordaron cooperar en el desarrollo conjunto de los recursos de este mar, pero Tokio ahora se queja porque considera las plataformas de perforación como una acción unilateral por parte de China.
Pekín no está de acuerdo, ya que a pesar de que los dos países tienen diferentes reclamaciones sobre las Zonas Económicas Exclusivas, estas estructuras se mantienen del lado de la línea media propuesta por Japón, lo que significa que las actividades de China se mantienen dentro de su mar patrimonial.
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