Los científicos creen que detrás puede estar una proliferación de algas tóxicas, pero no descartan otras hipótesis
Aunque no es extraño que aparezcan ejemplares muertos en la temporada veraniega, la cifra de este año es ciertamente excepcional, según ha informado en un comunicado la Administración de los Océanos y la Atmósfera de Estados Unidos (NOAA). El año pasado se contabilizaron cinco, mientras que en el 2013 fueron siete.
Hasta el momento, la hipótesis más plausible para los científicos es el de una gran proliferación de algas tóxicas.
Las especies
Según explica la NOAA, la primera ballena, un rorcual común o ‘Balaenoptera physalus’, apareció flotando muerta cerca de la isla Kodiak a finales de mayo. Desde entonces han aparecido otros 11 rorcuales comunes, 14 ballenas jorobadas, una ballena gris y cuatro cetáceos no identificados. Además, en Columbia británica (Canadá), han aparecido cuatro ballenas jorobadas y un cachalote, dijeron las autoridades.
Uno de los problemas para poder determinar el origen de la mortalidad es la dificultad para obtener muestras. “El acceso a las costas de Alaska es terriblemente difícil”, ha explicado Bree Witteveen, asesor de la NOAA. Además, osos y otros depredadores acuden de inmediato a la zona en cuanto aparece un cadáver varado.
La mortalidad ha acontecido en un momento en que las temperaturas superficiales del agua del Pacífico nororiental se encuentran mucho más cálidas de lo habitual. “Esto siempre nos preocupa porque eso significa que es probable que haya un cambio en la exposición a agentes patógenos en general”, ha comentado Teri Rowles, científica marina de la NOAA.
“Las biotoxinas son una de las principales hipótesis, pero no la única”, ha dicho. Alguna enfermedad infecciosa también pude estar detrás. En cambio, Rowles ha descartado que la mortalidad pueda tener relación con unas maniobras militares realizadas recientemente en el golfo de Alaska.
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