El viento solar que fluye desde el agujero coronal indicado en recuadro llegará a la Tierra en o alrededor del 3 de noviembre pudiendo producir algo de inestabilidad geomagnética de acuerdo a la orientación con que impacte la magnetósfera terrestre en ese momento (técnicamente nos referimos a la orientación del componente Bz del campo magnético interplanetario - recordemos, sur: mayor actividad geomagnética, norte: rebota en la magnetósfera, consecuentemente menor actividad geomagnética).
Vale volverles a recordar que los agujeros coronales señalan regiones del campo magnético solar, en las que las líneas de campo están abiertas, es decir en vez de cerrarse uniendo zonas de polaridad opuesta, se dispersan en el espacio interplanetario.
Los agujeros coronales, se manifiestan como manchas oscuras en las fotografías en ultravioleta o rayos X, debido a que su temperatura y su densidad son mucho mas bajas que en las zonas circundantes (luego emiten menos radiación) y pueden cubrir una gran proporción del disco visible.
De los agujeros coronales y siguiendo las líneas del campo, fluyen corrientes de partículas que son aceleradas por el campo electromagnético y constituyen fuentes de viento solar reforzado.
Normalmente están presentes en los casquetes polares, pero suelen producirse en las zonas ecuatoriales, en este caso, crecen de tamaño girando con el Sol hasta unirse con la zona polar de la misma polaridad, disminuyendo posteriormente su tamaño. La secuencia completa suele durar de 6 a 8 meses. El sol tarda en rotar una vuelta completa unos 28 días. Es por ello que casi cada dos semanas podemos volver a visualizar el mismo agujero coronal cuando retorna a cara visible (geoefectiva) más grande o más chico según haya evolucionado
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