Curarse no es lo mismo que Sanarse. La primera corresponde a recibir una cura o ayuda externa, a quitarse algo enfermo que no es mío y viene de afuera. Sanar es un proceso interno donde deberé atravesar los siguientes pasos:
Reconocer que estoy enfermo, que estoy en problemas, que hay algo oscuro que no puedo integrar sabiamente a mi vida. Identificar la información que aporta la “enfermedad o crisis”. Es decir, reconocer qué siento, qué rechazo, qué necesito cambiar y dónde me lleva esto.
Tiempo y silencio para procesar esa información, ocuparse de la enfermedad necesariamente me implica un tiempo que usaré encontrando momentos de aislamiento y silencio para enfrentar la información llamada enfermedad (miedos, causas, sombras, conflictos, etc.). Poder analizar y reencontrar los pedazos escindidos de mi vida no es un hecho simple y al dolor resultante hay que darle una tibia bienvenida mientras lo abrigamos y acunamos, el silencio es el ámbito natural para este proceso.
La alquimia propiamente dicha, es decir, el Mago ya con sus elementos sobre la mesa se dispone a reciclar, mutar, transformar aquello que sufrirá una transmutación. Aquí es donde la creatividad hace su trabajo sutil y sagrado.
Cada paso implica una aproximación y a veces un retroceso pero al cabo del tiempo que será nuestro ayudante, la construcción creativa de sanar irá empezando a tomar forma. El enfermo comienza a cambiar el rostro, ya que las máscaras fueron eliminadas y los pedazos escindidos de mi vida, reincorporados a la obra creativa de sanar.
Obra terminada. El proceso creativo trajo como resultado mi propia sanación, que lejos de esperarla de afuera, surgió desde mi interior.
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