Imagina un túnel subterráneo con 27 km de circunferencia, tan grande que se extiende a través de Francia y Suiza. Estamos hablando del Gran Colisionador de Hadrones (en inglés Large Hadron Collider, LHC), un acelerador y colisionador de partículas ubicado en la Organización Europea para la Investigación Nuclear, más conocido como CERN, y que fue puesto en marcha el 1 de agosto de 2008.
Como ya habrás oído, algunos científicos llevan tiempo advirtiendo que las colisiones de partículas del LHC podrían crear pequeños agujeros negros. Los agujeros negros tienen una gravedad tan intensa que consumen todo lo que los rodea, incluso la luz. Y así, en una fracción de segundo, este pequeño agujero negro consumirá el colisionador en sí, Francia, Suiza y luego toda la Tierra, seguido poco después por todo nuestro sistema solar. Parece un peligro razonable, teniendo en cuenta cuán increíblemente gigantesco y poderoso es el LHC, y la escala de la destrucción que podría causar. Claramente no es algo a tomarse a la ligera.
Es cierto que en los 10 años que lleva operativo el Gran Colisionador de Hadrones no ha ocurrido ningún incidente significativo, que sepamos, pero es igual de cierto que mientras se continúen realizando experimentos, el peligro continuará latente. Y a parte de los pequeños agujeros negros, hay una nueva amenaza. El profesor Lord Martin Rees, astrónomo de la realeza británica, advierte que la Tierra podría reducirse a una masa densa de tan solo 100 metros de ancho si los experimentos con los aceleradores de partículas desencadenan una serie de eventos catastróficos.
La catastrófica advertencia de Lord Martin Rees
En su último libro, “On The Future: Prospects for Humanity (Sobre el futuro: perspectivas para la humanidad)”, que será publicado por la editorial Princeton University Press el 24 de octubre, el profesor Lord Martin Rees, describe las amenazas existenciales que se enfrenta el planeta, que incluyen el cambio climático, la guerra nuclear y la inteligencia artificial.
En un capítulo sobre si la humanidad está condenada al fracaso, sostiene que los científicos que llevan a cabo experimentos que destruyen átomos en quarks, como protones y neutrones, podrían destruir teóricamente a la humanidad.
“Tal vez se podría formar un agujero negro y luego absorber todo lo que lo rodea”, escribe Lord Rees, profesor de Cosmología y Astrofísica en la Universidad de Cambridge. “La segunda aterradora posibilidad es que los quarks (una clase de partícula elemental, cuya existencia nunca se da de forma aislad) se reensamblen en objetos comprimidos llamados strangelets (pequeños fragmentos de materia extraña). Eso en sí mismo sería inofensivo. Sin embargo, bajo algunas hipótesis, un strangelet podría, por contagio, convertir cualquier otra cosa que encuentre en una nueva forma de materia, transformando la Tierra entera en una esfera hiperdensa de unos cien metros de diámetro.”
El profesor Rees, presidente de la Royal Society, dijo que el tercer riesgo de los aceleradores de partículas, como el Gran Colisionador de Hadrones, era una “catástrofe que envuelve al espacio mismo”.
“El espacio vacío, lo que los físicos llaman el vacío, es algo más que la nada”, continúa explicando el astrónomo de la realeza británica. “Es la arena de todo lo que sucede. Tiene, latente en él, todas las fuerzas y partículas que gobiernan el mundo físico. El vacío actual podría ser frágil e inestable. Algunos han especulado que la energía concentrada creada cuando las partículas chocan juntas podría desencadenar una ‘transición de fase’ que desgarraría la estructura del espacio. Esta sería una calamidad cósmica no solo terrestre.”
El astrónomo británico señaló que las partículas de energías mucho más altas que las creadas en los aceleradores ya colisionan con frecuencia en la galaxia, sin desgarrar el espacio. Sin embargo, advierte de que la comprensión actual de las fronteras de la física sigue siendo ‘frágil’ y que sería ‘presuntuoso’ no pensar en la probabilidad de que ocurra un accidente catastrófico, con el mundo llegando a su fin. El profesor Rees concluye advirtiendo a sus colegas sobre los peligros de las investigaciones “extremas”:
“La innovación a menudo es peligrosa, pero si no renunciamos a los riesgos, podemos renunciar a los beneficios. Sin embargo, los físicos deben ser prudentes sobre la realización de experimentos que generen condiciones sin precedentes, incluso en el cosmos. De la misma manera, los biólogos deberían evitar la creación de patógenos genéticamente modificados potencialmente devastadores de modificación a gran escala de la línea germinal humana. Muchos de nosotros nos inclinamos a descartar estos riesgos como ciencia ficción, pero está claro que no pueden ser ignorados, incluso si se los considera altamente improbables.”
LHC, un verdadero peligro para la humanidad
A parte de Lord Martin Rees, son muchos los científicos de todo el mundo que llevan tiempo advirtiendo que los experimentos que tienen lugar en las instalaciones del CERN podrían crear catástrofes inimaginables, desde un agujero hasta abrir un portal a otra dimensión. Pero el Gran Colisionador de Hadrones también ha sido señalado como el causante de terremotos, de atraer un enorme asteroide hacia la Tierra, de contactar con universos paralelos, de tener relación con los ovnis, o de haber creado una realidad alternativa donde Trump es presidente.
Aunque la advertencia mas preocupante fue la que nos dejó el tristemente fallecido Stephen Hawking, quien dijo que el LHC en niveles muy altos de energía podría volverse inestable, causando un “deterioro catastrófico del vacío” que causaría que el tiempo y el espacio se colapsasen, causando el fin de toda vida conocida o por descubrir. Todo esto demuestra que los científicos juegan a ser dioses, sin importarles lo más mínimo las consecuencias de sus experimentos. No se trata de si pueden, la cuestión es si deben.
¿Los experimentos del Gran Colisionador de Hadrones acabarán definitivamente con la humanidad? ¿La comunidad científica nos condenará?
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