La idea de que nuestras almas viven muchas vidas a lo largo de los siglos se conoce como reencarnación. Ha sido parte de prácticamente todas las culturas desde la antigüedad. Los egipcios, griegos, romanos y aztecas creían en la
“transmigración de las almas” de un cuerpo a otro después de la muerte. La reencarnación es también un concepto fundamental del hinduismo. Aunque no es parte de la doctrina cristiana oficial, muchos cristianos creen en la reencarnación o, al menos, aceptan su posibilidad, basándose en que Jesús resucitó tres días después de su crucifixión. Por lo que no nos debe de extrañar que en la actualidad nuestra sociedad continúe sintiendo cierta fascinación por la idea de que podemos vivir de nuevo después de la muerte como otra persona, del sexo opuesto o de una cultura completamente diferente. Pero, ¿es la reencarnación solo una idea, o hay evidencias reales?
Muchos investigadores han abordado la posibilidad de la reencarnación, y sus resultados han sido realmente sorprendentes. Algunos de los mejores casos de recuerdos de vidas pasadas provienen, como es lógico, de niños. Hay niños que han sido capaces de dar detalles específicos, nombres, ciudades y otra información perfectamente verificable. Además, muchos de estos niños nacieron con un defecto de nacimiento, una marca de nacimiento u otra cicatriz que tenía relación con su vida anterior, generalmente con una herida mortal. Posiblemente el caso mejor documentado es el de Carl Edon, el niño de cinco años que recordó su vida pasada como un piloto de guerra alemán. Esta es su historia.
Carl Edon
A los cinco años, a Carl Edon le encantaba dibujar. Pasó horas coloreando sus libros y dibujando sus propias formas y patrones. Una mañana, su madre, Val, vio algo extraño en uno de sus dibujos. Era sorprendentemente preciso, no un garabato, pero no lograba entender qué significaba el dibujo. Carl le explicó que las extrañas formas eran sus insignias de la fuerza aérea. La primera era un águila, con las alas estiradas hacia los lados.
Pero antes de que Carl pudiera describir el siguiente símbolo, Val se quedó impactada. Era una esvástica. Quizás aún más extraordinaria fue la imagen que su padre Jim se encontró en la habitación de Carl justo después de su sexto cumpleaños. Mostraba la cabina de un avión, perfectamente detallada con todos los medidores, instrumentos y palancas. Carl señaló un pedal rojo en la parte inferior: esta era la manija para lanzar las bombas, y agregó que era un Messerschmitt, un bombardero y avión de reconocimiento marítimo desarrollado en Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero no era la primera vez que el chico afirmaba recordar una vida pasada como piloto alemán. Con tan solo dos años, se despertaba de sueños vívidos, gritaba que su avión se había estrellado, que le habían cortado la pierna y que estaba desangrándose. Estas eran pesadillas horribles para un niño tan joven y, lo que es más extraño aún, Carl se negó a aceptar que solo eran sueños. Le mostró a su madre dónde había estado la herida letal. En el interior de su muslo derecho, justo en el mismo lugar donde tenía una marca de nacimiento roja con manchas.
Val estaba realmente asustada, pero su marido era escéptico. Intentó desacreditar la fantástica historia de su hijo. Fue entonces cuando decidió hacerle ciertas preguntas a Carl, como qué tipo de uniforme llevaba el día de su muerte en su anterior vida. Y este le dijo que pantalones grises, metidos en botas de cuero hasta la rodilla y una chaqueta negra. Unos días más tarde, Jim visitó la biblioteca local en Middlesbrough, Yorkshire del Norte, Inglaterra, con dibujos de su hijo. En la sección de historia cogió todos los libros que pudo encontrar sobre la Luftwaffe, la fuerza aérea de Alemania en la época nazi. Con todos los libros frente a él, se quedó sin palabras. Estaba todo allí. La imagen de la cabina del piloto, las insignias, la descripción del uniforme… todo era exactamente como Carl lo había descrito. Incluso había un bombardero Messerschmitt.
El bombardero nazi
Pero lo más sorprendente fue que la historia de un bombardero alemán estrellado tuvo un significado especial para la gente de Middlesbrough. El 15 de enero de 1942, después de un ataque alemán a barcos mercantes en el Mar del Norte, un avión de la Luftwaffe tuvo que hacer un aterrizaje forzoso en las afueras de la ciudad y se estrelló directamente contra un cable antiaéreo. El cable cortó un ala y el avión se estrelló contra el suelo. La bola de fuego era tan intensa que transcurrió media hora antes de que los bomberos pudieran acercarse. A la mañana siguiente, los restos yacían en un cráter humeante, en medio de 30 metros de hierros destrozados.
Los equipos de rescate sacaron tres cuerpos carbonizados del avión. Supuestamente era una tripulación de cuatro hombres, por lo que creyeron que el cuarto cuerpo había sido completamente incinerado. Los tres cadáveres fueron enterrados en el cementerio Thornaby-on-Tees. Los restos del bombardero alemán fueron enterrados bajo un montículo de tierra.
Comienzan los recuerdos
El 29 de diciembre de 1972, 30 años después, nació Carl Edon. Desde el momento en que llegó, Val sintió que había algo diferente en él. Estas fueron diferencias físicas: el hermano y la hermana eran de pelo oscuro con ojos marrones, mientras que los de Carl eran azules y su cabello rubio rojizo. Carl también tenía cierta tendencia a estar pálido. Pero también había algo más: era muy particular con respecto a su ropa, siempre tenían que estar perfectamente planchadas.
A la edad de siete años, se encontraba jugando con su amigo Michael. Carl le contó la historia de cómo había muerto en la Segunda Guerra Mundial. Su madre escuchó la conversación, pero lo que más la impactó fue cuando su hijo describió como sangro hasta la muerte y predijo que moriría nuevamente antes de cumplir los 25 años. Terminó describiendo a un hombre llamado Adolf Hitler, luego se bajó de la mesa y comenzó a caminar por la cocina. Michael no paró de reírse hasta que Val les dijo que callaran. Y como no podía ser de otra manera, la extraordinaria historia de Carl sobre su vida pasada también tuvo un impacto en la escuela. Durante una reunión de padres, la profesora le preguntó a Val y Jim si todo estaba bien en casa, y agregó que Carl se distraía fácilmente en clase.
El niño describía vívidamente una vida vivida en otro lugar, en un momento y lugar irreconocible de las calles de Middlesbrough en los años setenta. Habló de un pueblo escondido en medio de las montañas, y explicó cómo su padre Fritz solía enseñarle sobre las flores y los árboles. No podía recordar el nombre de su madre, solo que llevaba gafas y era mayor, con el pelo oscuro recogido en un moño.
Según Carl, en su vida pasada tenía que trabajar, cortar leña y llevarla a casa en una carretilla. Cuando su madre no le mandaba cortar leña, estaba en la estufa preparando sopa, algo que Val nunca le había enseñado. También recordó a sus hermanos que combatieron en la guerra, incluido un niño más joven que aparentemente fue asesinado poco después que él. Al parecer, las visiones le venían como si estuviera viendo vídeos de un programa de televisión. En un momento era un niño de siete años que jugaba con juguetes en su habitación, y al siguiente tenía 19 años y vivía en una especie de campamento, con muchos barracones pequeños alineados en filas, observando a las personas que recogían agua de una bomba.
A veces recordaba haberles puesto vendas a las personas o estar parado en una sala, rodeado de hombres uniformados. En esta sala había una foto enmarcada de un hombre que ya reconocía como Hitler. Todos ellos golpeando los pies y levantando los brazos en un saludo con los dedos entrelazados. Cada vez que Carl repitia el gesto, su madre se sentía incomoda. Por no mencionar cuando escuchaba el nombre de Hitler pronunciado en voz alta por su hijo pequeño.
Pero una mañana, Carl le contó a su madre un nuevo sueño que había tenido la noche anterior. Tenía 23 años, sentado en lo que parecía ser la cabina de un avión. No podía decir si lo estaba pilotando o no, pero todo a su alrededor parecía estar moviéndose. De repente todo se volvió negro. Cuando volvió a despertarse en el avión, se había estrellado. Fue entonces cuando Carl supo que iba a morir. Cuando el avión se estrelló, debió atravesar una ventana, pensó. Había vidrio por todas partes. Vio que le habían cortado la pierna y se sintió muy triste, no por sí mismo sino por una mujer de 19 años con la que quería casarse, que había quedado en su pueblo en Alemania. Val escuchó la historia con horror mientras Carl terminaba el relato describiendo sus “momentos finales”, desangrándose solo en el avión.
Al año siguiente, después de que un periodista se enteró de la extraordinaria historia de Carl y la publicara en el periódico local, el niño de nueve años fue entrevistado por la revista británica Woman’s Own. Más tarde, ese mismo año, la historia llegó incluso a Alemania, publicada en el periódico alemán Berliner Morgenpost. A los pocos días de que su historia se hiciera mundialmente famosa, los compañeros de clase de Carl comenzaron a llamarlo Hitler y los saludaban levantando sus brazos. La mayoría de los días, Carl volvía a casa llorando a causa de todas estas burlas. Por este motivo, el joven dejó de hablar de ello.
La investigación
A finales de 1983, el artículo de Woman’s Own llegó a mandos del Dr. Ian Stevenson. En ese momento, él era profesor de psiquiatría en la Escuela de Medicina de la Universidad de Virginia. El Dr. Stevenson se había dedicado a investigar los llamados casos de reencarnación durante 25 años. Incluso estableció un departamento específico, la División de Estudios Perceptivos en la universidad. El caso de Carl cautivó de inmediato al Dr. Stevenson y, en particular, la marca de nacimiento en su pierna derecha. Envió a uno de sus colegas, el Dr. Nicholas McClean-Rice, para entrevistar a Carl y su familia. Después de analizar las diversas anécdotas e historias de Carl, el Dr. Stevenson concluyó que la reencarnación era “al menos una explicación plausible para el caso”.
Sin embargo, a la edad de 13 años, los recuerdos persistentes de Carl del misterioso piloto de la Luftwaffe aparentemente se desvanecieron. Dejó la escuela a los 16 años para trabajar para la compañía ferroviaria British Rail. Cinco años después, Carl concedió una última entrevista al Dr. Stevenson. Resultó decepcionante para el psiquiatra, ya que Carl no pudo ofrecer más información sobre su aparente vida pasada, pero el doctor en medicina canadiense estaba feliz al a saber que este había conseguido rehacer su vida y que compartía su vida con su novia de 17 años. 12 meses después, nació el primer hijo de Carl, y al siguiente año, el segundo. Definitivamente el espectro del misterioso piloto alemán finalmente había desaparecido.
El trágico final
Entonces ocurrió la gran tragedia. En 1995, un hombre entró en la comisaría de policía de Middlesbrough, con la ropa cubierta de sangre. Dijo que se llamaba Gary Vinter, que trabajaba para British Rail y que había venido a denunciar un asesinato. Había estado trabajando en el turno de la noche a menos de un kilómetro de distancia, cuando él y su compañero discutieron. Vinter afirmó que no podía recordar exactamente lo que había sucedido, solo que cuando terminó, su compañero de trabajo estaba muerto. Junto a las vías del tren, la policía encontró el cuerpo de un hombre tendido en el suelo. El hombre era Carl Edon. Le habían apuñalado 37 veces en todo el cuerpo, con la mayoría de sus órganos internos perforados. El forense contradijo la versión de Vinter de que había actuado en defensa propia. Al siguiente año, Vinter fue declarado culpable de asesinato en primer grado.
Se verifica la historia de Carl
En noviembre de 1997, unos obreros de Northumbria estaban instalando una tubería de agua para el alcantarillado, cerca donde fue asesinado Carl, cuando golpearon una estructura metálica. Los trabajadores saltaron al foso y quitaron la tierra, y encontraron una extraña estructura metálica. Uno de los hombres vio lo que parecía un saco viejo. Al abrirlo, encontraron lo que parecía ser un paracaídas. Preocupados de que pudiera ser bombas de la Segunda Guerra Mundial sin explotar, los trabajadores informaron de inmediato a los ingenieros responsables de la obra. Pasados unos días, un equipo de expertos en detección de explosivos de la base cercana de la Real Fuerza Aérea Británica (RAF) excavó los restos. Se trataba de un bombardero alemán que había pertenecido a una unidad de la Luftwaffe.
Al parecer los registros revelaron que era el avión que se estrelló en la tarde del 15 de enero de 1942, luego de ser atacado y chocar contra un cable antiaéreo. Cuando cavaron más profundo, encontraron más de cinco toneladas de restos, incluidas ametralladoras, una hélice de madera y dos paracaídas más. Luego se encontraron con un fragmento de hueso. A partir de los registros, se determinó que los cuerpos de tres miembros de la tripulación habían sido recuperados del accidente, y se pensó que un cuarto había sido incinerado por el accidente. Pero pronto descubrieron lo que parecía ser un esqueleto completo, en lo que habría sido la posición del artillero, en una gran burbuja de vidrio en la base del avión. El cuerpo fue identificado como el del artillero del avión, Heinrich Richter.
Cuando el bombardero se estrelló, esta burbuja, una ventana de vidrio esférica, habría soportado la peor parte del impacto inicial y se habría estrellado contra los espigones, cubriendo al ocupante en miles de fragmentos, similar a lo que Carl describió en sus sueños. Lo más peculiar de todo, cuando consiguieron sacar el esqueleto, descubrieron que no estaba completo, la pierna derecha había sido amputada por el impacto. Años más tarde, después de un trabajo de investigación, el historiador Bill Norman consiguió encontrar a la familia de Richter. Una mañana, Bill recibió una carta con una impactante fotografía del joven aviador poco antes de morir. Cuando Val y Jim miraron la foto por primera vez, se sintieron como si estuvieran viendo un fantasma. Era exactamente el rostro de su hijo. El cuello del uniforme llevaba la insignia de las águilas, tal como Carl las había dibujado en su infancia hacía tantos años.
Conclusión
Sin duda se trata de una historia sorprendente. No había forma de que Carl pudiera saber absolutamente nada sobre el avión y el piloto muerto. Lo que también es muy extraño es la similitud entre Carl y Heinrich, y también que ambos murieron en el mismo lugar, en el mismo día, con 40 años de diferencia.
¿Carl era realmente la reencarnación de Heinrich Richter? ¿Esta es la mejor evidencia de que existe la reencarnación?