El martes negro que ha sufrido el mercado asiático aviva el temor a que se desate un terremoto bursátil de consecuencias impredecibles.
Al lado de una crisis China, los problemas griegos se antojan insignificantes, tanto por la exposición de grandes países como EEUU (sus bancos están 10 veces más expuestos a China que a Grecia), como por el hecho de que China es el segundo socio comercial más grande de Occidente y el país con el segundo mayor PIB mundial, por detrás de EEUU.
Así, por éstas y otras razones, todos los analistas coinciden en advertir que un desplome de la bolsa china constituye un evento mucho más peligroso que cualquier riesgo asociado a Grecia. Los índices chinos Changhai Composite y Shenzhen Composite se han desplomado un 30% desde máximos. ¿La razón? Los inversores temen encontrarse ante unas acciones en plena burbuja. Al mismo tiempo, el Gobierno no puede seguir estimulando los mercados.
Fuentes financieras de la City consultadas por Libertad Digital advierten de que el pánico ya se ha desatado en el mundo financiero. Todo lo que impacta en China pone en cuestión las inversiones en el mercado asiático. Tendría impacto en las empresas extranjeras que exporten a China, así como fuertes fluctuaciones en los precios de las commodities.
Estas mismas fuentes explican que desde abril la bolsa china está tocando máximos, generando un efecto rebote que se extendió durante el mes de mayo, cuando los chinos abrieron 12 millones de cuentas corrientes para comprar acciones en bolsa. Por este motivo uno de los temores principales de los inversores es encontrarse ante una nueva burbuja. Al mismo tiempo existe el temor de que el Gobierno haya tratado de manipular el mercado hinchando artificialmente el precio de las acciones de las empresas públicas para venderlas.
Lo cierto es que actualmente la incertidumbre ha dado paso al pánico: “No se sabe el valor real de las cosas, el valor real de las acciones”, dicen estas fuentes que recuerdan que en entornos donde el mercado no es eficiente estos estallidos de desconfianza pasan factura.
Este miércoles el Heng Seng y el Shanghai Composite se han hundido cerca de un 6% y han contagiado al Nikkei japonés que ha perdido los 20.000 puntos tras desplomarse un 3,14%. Ante el temor a que se extienda el pánico, el banco central chino ha ofrecido más liquidez con el objetivo de estabilizar las bolsas. Unos esfuerzos que se están demostrando estériles, ya que el desplome crece por momentos. El Gobierno Chino trata de embridar estas caídas inyectando 80.000 millones de dólares en el interbancario y tratando de frenar la especulación aumentando los márgenes.
El regulador de los mercados chino, la CRMV, ha advertido de que una “liquidación irracional” está causando “un estrés de liquidez en la bolsa” y ha provocado ya la suspensión de cotización de más de la mitad de los valores en bolsa (1.429 compañías). Como resultado en las últimas tres semanas se ha borrado una tercera parte del valor de las acciones chinas.
Muchos expertos consideran que el fuerte crecimiento que experimentaron estos mercados se debió a que los inversores promedio se endeudaron para invertir en acciones. Cuando éstas han comenzado a caer han desinvertido rápidamente para reembolsar los préstamos, lo que aceleró aún más la caída de los precios
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