Durante una serie de excavaciones en túmulos de Arkaim, en la región de Cheliábinsk conocida como el «Stonehenge ruso», arqueólogos han encontrado un esqueleto femenino con el cráneo muy alargado y deformado.
Un grupo de arqueólogos se encontraba excavando en la zona reservada de Arkaim, un cementerio de los siglos II y III antes de Cristo, compuesto de 15 túmulos en forma de herradura. Su primer descubrimiento ha sido el esqueleto de un nómada, presumiblemente una mujer con una gran deformación del cráneo: el mismo es muy alargado en la parte superior, informa el servicio de prensa del sitio arqueológico.
Según la directora de Arkaim, María Makúrova, esa era una característica tradicional en muchos nómadas de las estepas euroasiáticas en el milenio I a.C.
Hace 2.000 años, los nómadas de los Urales del Sur ajustaban las cabezas de los bebés con vendas, cintas y tablones para que su cráneo se deformara con el pasar de los años. Algunos científicos creen que esa tradición tan brutal se debió a una cuestión de moda: esa forma inusual de la cabeza era considerada como sinónimo de belleza. Otra hipótesis indica que un cráneo así permitía a los nómadas distinguirse entre sus miembros.
Además, la historia alternativa sugiere que la deformación craneal era una práctica de la realeza que buscaba imitar el aspecto de antiguos «dioses» y «semi-dioses» que gobernaron a los hombres en tiempos inmemoriales. Ejemplos de este «enlace divino» con los cráneos alargados se encuentran desde el Antiguo Egipto hasta el Perú incaico.
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