La larga erupción del volcán islandés de Baroarbunga --entre septiembre y febrero pasados-- emitió casi 12 millones de toneladas de dióxido de azufre, una contaminación que ha afectado a Europa.
El autor principal del trabajo, Sigurdur Gislason, ha explicado que la investigación se ha llevado a cabo en Islandia y con las agencias de medio ambiente en varios países europeos, que fueron capaces de demostrar que los niveles de SO2 se elevaron significativamente a raíz de la erupción.
EL TIEMPO HA MINIMIZADO LOS DAÑOS
A pesar de estas cifras, los investigadores destacan que en la mayor parte de Europa los efectos sobre la salud habrían sido mínimos, dado que la exposición al SO2 no fue prolongada.
“Tuvimos suerte con el tiempo, lo que ha tendido a minimizar los efectos generales en Islandia, así como en otras partes de la Europa continental”, ha apuntado Gislason.
El científico ha señalado también que la velocidad media del viento es mayor en invierno que en verano, por lo que la erupción de Baroarbunga (ocurrida entre septiembre de 2014 y febrero de 2015) se ha dispersado de manera rápida.
Además, debido a la reducción de horas de sol en el otoño y el invierno un pequeño porcentaje de SO2 emitido tenía el potencial de ser oxidado en condiciones secas a H2SO4, ácido sulfúrico.
Durante el invierno hay, por tanto, un mayor riesgo para la salud humana y ambiental de SO2 que de partículas de aerosol de ácido sulfúrico debido a la eficiencia de conversión reducida, mientras que en verano los efectos de partículas de aerosol pueden dominar.
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