Científicos de la Universidad de Manchester han identificado la forma más eficiente de producir nubes más reflexivas al sol, en un intento por combatir el cambio climático.
Las nubes se forman cuando las gotas de agua se reúnen en polvo u otras partículas en el aire. El aumento de la cantidad de partículas de sal en la atmósfera permite que se formen más de estas gotitas de agua, por lo que las nubes se hacen más densas y por lo tanto más reflectantes.
Un nuevo trabajo, publicado en la revista Philosophical Transactions de la Royal Society A, ha considerado cuatro maneras diferentes de conseguir partículas en el cielo, para comparar su eficacia. Los investigadores encontraron que una técnica llamada ‘Rayleigh Jet’ demostró ser la mejor.
CHORROS LANZADOS DESDE BUQUES
Nombrada por Lord Rayleigh, que proporcionó la teoría, la técnica se basa en la pulverización de un chorro fino de agua que se rompe en pequeñas gotas en el cielo. Las gotas de líquido se evaporan rápidamente, dejando tras de sí sólo las partículas de sal.
Estas partículas, dicen los autores del estudio, podrían ser generadas por buques especialmente construidos que podrían viajar por los océanos del mundo pulverizando partículas de sal en el aire para que se mantengan durante varios días hasta que regresen a la Tierra en forma de lluvia.
Estudios previos han optimizado el tamaño de las partículas de sal necesarias para producir el mejor aumento de reflectancia de la nube, pero no han tenido en cuenta la cantidad de energía que la técnica podría necesitar y cuánto costaría su operación. Este nuevo estudio, realizado por equipos de las universidades de Manchester, Washington y Edimburgo, abordó esta cuestión.
Los investigadores probaron cada técnica y comprobaron que había un aumento en la reflexión de un 5%, una cifra que podría combatir los efectos previstos de los niveles de aumento de dióxido de carbono en el resto de este siglo. Entonces, observaron la cantidad de energía que consumirían en cada caso.
Los científicos dicen que el método de chorro de Rayleigh podría producir el efecto deseado con 30 megavatios de energía, casi la misma energía que producen dos grandes buques.
Paul Connolly, de la Escuela de la Tierra, la Atmósfera y Ciencias Ambientales de la Universidad de Manchester, dijo: “Puede ser muy intensiva en producir energía para propulsar agua en la alta atmósfera, y la energía requerida nunca había sido realmente probada. Optimiza los tamaños de las partículas de sal para producir el cambio necesario en la reflectancia en la nube con un menor costo de energía.
“No estoy recomendando que utilizamos cualquiera de estas técnicas ahora, pero es importante saber la mejor manera de utilizarlas en caso de ser necesario. Si no se hace ningún progreso para reducir los niveles de CO2, las técnicas de geoingeniería podrían llegar a ser necesarias para aumentar aumentos peligrosos de la temperatura global”, dice.
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