Si el cuerpo se conserva a la temperatura adecuada, los microbios que alberga podrían sobrevivir a un viaje de una distancia limitada y poblar otros planetas.
Algún día, tarde o temprano, ocurrirá lo inevitable y un astronauta morirá en plena misión en el espacio. Los científicos afirman que cuando tenga lugar una defunción cósmica el mejor funeral consistiría en mandar el cadáver al espacio abierto para que el cuerpo dé origen a la vida en otros planetas, según declaraciones del microbiólogo Gary King a ‘Astronomy Magazine’.
“Si la pregunta es, ¿existe un conjunto de circunstancias que permitirían que un cuerpo llevara a otro planeta microbios supervivientes en el entorno espacial?, yo diría que la respuesta es positiva“, dijo Gary King, un microbiólogo de la Universidad Estatal de Luisiana (EE.UU.) que se dedica a los estudios de supervivencia de organismos en ambientes extremos.
El científico asigna dos factores cruciales para el desarrollo de este escenario positivo: la temperatura y la distancia del vuelo. En primer lugar, es necesario preservar el cuerpo a una temperatura superior a la de la congelación, pero no demasiado alta, para asegurar que el líquido no se evapore. En cuanto a la distancia, King afirma que el viaje del cadáver debería ser de aproximadamente 4 años luz, y que cuanto más lejos viaje el cuerpo menos probabilidad tendrán los microbios de sobrevivir.
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