2016 VA, una roca de entre siete a 22 metros de longitud, pasó a cinco veces menos la distancia de la Tierra a la Luna el pasado miércoles
Tal como informó el Minor Planet Center (MPC) en Cambrigde, Massachusetts, la roca, que fue bautizada como 2016 VA, viajaba a 77.000 kilómetros por hora en relación con la Tierra. Fue descubierta tan solo horas antes, por astrónomos del «Moun Lemmon Survey», en Arizona (Estados Unidos). Para hacerse una idea de lo que significan los 77.000 kilómetros de distancia a la Tierra, se puede comparar esa cantidad con la altura de los satélites de órbita geoestacionaria, que están a cerca de 36.000 kilómetros.
Este tipo de descubrimientos de pequeños asteroides en las proximidades de la Tierra no son raros. De hecho, se suelen descubrir 30 nuevos asteroides próximos a la Tierra cada semana, y ya se han acumulado un total 15.000.
En los últimos años ha mejorado la capacidad de detectar estas rocas. Tal como informa la NASA, en la web de su programa de búsqueda y seguimiento de asteroides próximos a la Tierra («Near Earth Objetcs», NEOs), desde 2013 se ha incrementado en un 50 por ciento la cantidad de asteroides descubiertos.
Según la NASA, un NEO es aquel cuya órbita le acerca a la Tierra a una distancia de al menos 1,3 UAs, (Una UA, o Unidad Astronómica, es la distancia media que separa a nuestro planeta del Sol, y equivale a 150 millones de kilómetros).
Un enjambre de rocas espaciales
Según los cálculos actuales, se ha descubierto el 90 por ciento de los asteroides más peligrosos, que son aquellos que miden más de un kilómetro de longitud. Son estos los que suponen un riesgo auténtico de destruir la civilización humana.
«Mientras que ningún NEO amenaza con impactar contra la Tierra en el próximo siglo y hemos descubierto la mayoría de los grandes», dijo recientemente Lindley Johnson, de la Oficina de Defensa Planetaria, «aún faltan muchos por encontrar entre los pequeños y potencialmente peligrosos».
Un objeto de tamaño similar, de cerca de 20 metros, provocó en 2013 una explosión en el cielo que causó heridas a más de 1.200 personas en la ciudad rusa de Chelyabinsk, a causa sobre todo de la rotura de cristales. Y se cree que una roca de 37 metros provocó el evento de Tunguska, cuando un asteroide estalló después de entrar en la atmósfera en junio de 1908, arrasando más de 2.000 kilómetros cuadrados de tundra.
Además de la detección desde telescopios de Tierra, tanto la Agencia Espacial Europea (ESA) como la NASA preparan investigaciones para diseñar sistemas de defensa contra asteroides, basados en la detección temprana y en desviar las rocas de su rumbo de colisión. A este fin se encargan por ejemplo la «Asteroid Redirect Mission», que pretende usar motores para desviar rocas, o la «Asteroid Impact Mission», que se centrará en usar la energía cinética para apartarlos de su trayectoria.
(Fuente: abc.es)
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