Tensión con la OTAN. Es por la movilización de tropas de la Alianza Atlántica en su flanco oriental, y el escudo anitimisiles de EE.UU. en Rumania y Polonia.
Rusia y la OTAN siguen su carrera de
tensión. Después de la intervención rusa en Ucrania y la respuesta de la OTAN en
forma de despliegue de tropas en su flanco oriental, Moscú contesta
ahora apuntando misiles con capacidad nuclear contra objetivos
europeos.
Según varios cables de agencias rusas, el gobierno ruso va a desplegar en su
enclave de Kaliningrado –entre Polonia y Lituania- misiles tierra-aire y misiles
balísticos Iskander con capacidad para llevar carga convencional o nuclear. Los
Iskander, con un alcance de 500 kilómetros, apuntarán a objetivos
europeos.
Según la agencia RIA, Viktor Ozerov, presidente del comité de Defensa del
Consejo de la Federación rusa, explicó que Moscú reacciona así al despliegue
del escudo antimisiles estadounidense, que empezó a instalarse
en Rumanía y Polonia.
El escudo antimisiles está oficialmente destinado a interceptar misiles
balísticos de un hipotético ataque de “países díscolos”, como durante años se
llamó en la OTAN a países como Irán o Corea del Norte. La
capacidad balística rusa colapsaría el escudo antimisiles, por lo que
difícilmente puede ser una amenaza para Moscú. Moscú en cambio
dice que el escudo antimisiles puede ajustarse en horas para permitir el
lanzamiento de misiles de crucero tierra-tierra.
En una entrevista difundida por la televisión rusa –parte de un documental
que está rodando el director estadounidense Oliver Stone-, el
presidente Vladimir Putin explicó anoche que “la expansión de la OTAN nos afecta
porque nos preocupa el proceso de decisión de esa
organización”. Putin dijo que Rusia “debe tomar contra-medidas, lo que
significa apuntar con nuestros misiles sus instalaciones,
porque empiezan a ser una amenaza para nosotros”.
El Ministerio de Defensa ruso también explicó que cargó la lanzadera de
misiles “Bastion” de Kaliningrado con misiles Oniks, capaces de alcanzar
objetivos a 450 kilómetros y que pueden lanzarse contra buques u
objetivos terrestres. Rusia está usando esos mismos misiles en sus
ataques a la ciudad siria de Aleppo.
El despliegue de los misiles antiaéreos S-400 en Kaliningrado, que son
capaces de alcanzar aviones a más de 350 kilómetros, es una amenaza para
los aviones de la OTAN que vigilan el espacio aéreo de Polonia y las
repúblicas bálticas, pues estarían al alcance de los misiles rusos.
El Departamento de Estado estadounidense dijo anoche en un comunicado que el
nuevo despliegue militar ruso en Kaliningrado “es desestabilizador para la
seguridad Rusia. Le pedimos a Rusia que se contenga”. Moscú lleva años
advirtiendo que considera el escudo antimisiles una amenaza directa y
que activaría contra-medidas.
Dimitri Peskov, portavoz del Kremlin, dijo en una entrevista a la agencia AP
que el próximo presidente estadounidense Donald Trump debería
hacer que la OTAN no despliegue tropas cerca de las fronteras rusas “para ayudar
a reducir la tensión”.
Los despliegues de la OTAN –varios grupos de centenares de hombres apoyados
por artillería, tanques y fuerza aérea- son el intento de la Alianza
Atlántica de calmar los temores que genera Rusia en los países bálticos
y Polonia tras su intervención en Ucrania. Además, Washington planea construir
en Polonia una instalación de radares y misiles de interceptación, a 180
kilómetros de Kaliningrado.
Durante la campaña electoral Donald Trump puso en duda que Estados Unidos
cumpliera sus obligaciones con respecto al Tratado del Atlántico Norte y ayudara
automáticamente a cualquier país de la OTAN que recibiera un ataque
exterior.
(Fuente: clarin.com)
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