Los especialistas reclaman más estudios sobre los riesgos de destrucción por seísmo y avisan de que el edificio romano está en riesgo, “no se trata de una hipótesis lejana”
La escena parece evocada de uno de esos apocalípticos éxitos de taquilla. Pero que un terremoto pusiera en peligro las piedras del Coliseo ni es únicamente carne de best seller ni sería la primera vez que sucede. Nada de alarmismo, el emblema de Roma no está en peligro de venirse abajo. Aunque según los expertos, sí que podría verse seriamente dañado ante un nuevo azote sísmico en una zona con elevada peligrosidad sísmica.Tras los últimos terremotos del mes pasado en la cordillera de los Apeninos, el Coliseo fue uno de los monumentos que se revisó con más mimo. No se detectó ningún desperfecto, aunque el seísmo del 30 de octubre –cuyo epicentro se produjo a unos 170 kilómetros de distancia- sí produjo grietas en otros monumentos romanos como la basílica de San Paolo del siglo XIX o la cúpula de Sant’Ivo alla Sapienza, erigida por el arquitecto barroco Franceso Borromini entre 1642 y 1660.
Su forma curva lo hace un edificio robusto”, señala el expresidente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la Sapienza, Fabrizio Vestroni. Aunque el profesor, que ha realizado diversos estudios sobre el Coliseo, también reconoce que “mientras la parte alta alcanza una gran resistencia, al no ser una estructura cerrada, deja partes más expuestas que podrían sufrir ante un terremoto”.
En sus casi 2.000 años de historia, ya ha ocurrido en diversas ocasiones. La más reciente en 1915 y la más destructiva en 1349, cuando un seísmo echó abajo toda la arcada externa del lado sur. Por eso, “todo dependería de la intensidad del seísmo”, insiste el ingeniero Vestroni. Pero que esta vez haya salido ileso, no lo exime de nuevos sustos.
El sismólogo del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, Gianluca Valensise, advierte de la existencia de dos frentes. El primero, el de la falla apenínica que ha provocado los últimos terremotos, “que puede producir temblores de una intensidad de grado 7 en Roma”. En el segundo, “hablamos de una intensidad algo superior a 5, pero en una zona mucho más cercana, en las montañas que rodean el lago Albano, a unos 20 o 30 kilómetros de Roma”.
Valensise explica que el poder destructivo de un terremoto se mide por la intensidad, que mide cuánto se siente un temblor, y no por la magnitud, que se limita a detallar su potencia. Aunque, en cualquier caso, se trata de seísmos muy significativos.
El sismólogo insiste en que los terremotos no se pueden predecir, pero señala que “la historia nos muestra que un edificio como el Coliseo está en riesgo, no se trata de una hipótesis lejana”. Sin embargo, a diferencia de lo que se pueda pensar, su ubicación en una zona cenagosa le ofrece una mayor resistencia sísmica, según Valensise, que afirma que por ejemplo tienen un mayor riesgo “todas las iglesias del centro de la ciudad, localizadas en una zona más elevada”.
Por algo el Anfiteatro Flavio es una de las construcciones que mejor nos recuerda todavía el legado del Imperio romano. Pese a que unas obras que los capitolinos contemporáneos perciben que empezaron casi en la misma época -allá por el 70 d.C., en tiempos de Vespasiano- se empeñen en lo contrario. La última interrupción de la construcción de la tercera línea de metro, que en su momento se proyectó para ser inaugurara en el año 2000, deja de nuevo al desnudo al monumento.
Peligro inminente
El Ayuntamiento de Roma aprobó destinar 4 millones de euros para reforzar la zona subterránea por la que debían pasar los trenes. Pero el dinero nunca se entregó, otra línea del suburbano sigue circulando por allí y ahora la alcaldesa Virgnia Raggi planea finiquitar el contrato con la compañía Roma Metropolitana, que se encarga de las obras.
El superintendente del Coliseo, Francesco Prosperetti, sostiene que, si esta decisión supone también la congelación de la partida prevista, la construcción se ve amenazada. “El Coliseo no puede esperar más, las paredes internas del último anillo están en riesgo, a menudo caen pedazos de piedra”, afirmó Prosperetti.
Hace sólo unos meses que se levantaron los andamios después de tres años de una reconstrucción que costó 25 millones de euros y que fue financiada por el fabricante de zapatos Tod’s. Aunque según el ingeniero Vestroni, “todavía no se ha hecho un estudio serio que evalúe los riesgos ante una posible eventualidad como un terremoto”.
A finales del siglo XX, los académicos Renato Funiciello y Antonio Rovelli publicaron un estudio titulado Terremotos y monumentos en Roma, en los que añadían que el metro y el paso del tráfico provocan cada día una “intensa vibración” que en ningún caso sería comparable a la de un fuerte seísmo. La mano del hombre se empeña en arrasar con lo que ya hizo, pero cuando se trata de uno de sus trabajos más sobresalientes, hace falta algo más poderoso.
(Fuente: elespanol.com)
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