Mientras Occidente sigue sin ponerse de acuerdo sobre el mejor modo de combatir al Estado Islámico, dentro de las filas del movimiento yihadista ha aparecido un inesperado enemigo: una enfermedad que afecta a miles de combatientes.
El Estado Islámico, que ha convertido la ciudad de Raqqa en su capital autoproclamada, sufre una terrible enfermedad llamada leishmaniasis que se transmite a través de la picadura de un mosquito y causa grandes heridas abiertas que, en cuestiones de semanas, pueden afectar a órganos vitales del afectado.
El diario británico 'Mirror' informa, citando a las fuentes del rotativo 'The Sun', que ya se han registrado alrededor de 100.000 casos de esta enfermedad.
A su propagación contribuye el hecho de que las personas afectadas no se tratan las heridas de forma adecuada. Por razones no especificadas, la mayoría de los combatientes se niegan a recibir ayuda.
Además, en el territorio controlado por el EI existen pocas personas capaces de hacer frente al brote de la enfermedad, ya que la mayoría de la población huye de este territorio, los centros médicos cierran y las únicas personas que se quedan son lugareños sin conocimientos médicos.
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