El Salton Sea es el lago más grande de California, 576 kilómetros cuadrados de líquido reunidos en medio del desierto de Sonora. Ahora el mar se está escapando. El lago necesita más agua, pero lo mismo ocurre con casi cualquier otro lugar en California.
El Salton Sea es el lago más grande de California, 576 kilómetros cuadrados de líquido reunidos en medio del desierto de Sonora. Ahora el mar se está escapando. El Salton Sea necesita más agua, pero lo mismo ocurre con casi cualquier otro lugar en California. Lo que está sucediendo aquí ilustra a la perfección la lucha por el agua en el Oeste de Estados Unidos, donde sequías épicas han revivido las batallas de décadas pasadas y las soluciones simples ya han sido probadas.
Permitir que el Salton Sea se contraiga sin cesar sería catastrófico, según los expertos. El lecho del lago seco, llamado “playa”, es más ligero y vuela más lejos que el suelo ordinario. Asfixiantes nubes de partículas, impulsadas por los poderosos vientos del desierto, podrían crear problemas de salud en más de 650,000 personas, en lugares tan lejanos como Los Ángeles. Los efectos serían aún peores a lo largo del lago, donde las comunidades ya no se encuentran dentro de los estándares federales en calidad del aire, y sufren las tasas de asma más altas del estado.
Pero el destino del Salton Sea depende de una complicada serie de implicaciones que enfrentan a las granjas contra las ciudades, el derecho al agua contra la necesidad de agua, las viejas formas de vida contra las nuevas. La sequía ha obligado a un replanteamiento de estos acuerdos, con cada parte guardando celosamente su parte de lo poco que queda de agua.
Creado por accidente hace más de un siglo y alimentado en gran medida por filtraciones agrícolas, el Salton Sea es un lugar difícil de defender. Alguna vez fue un parque de diversiones para las estrellas de Hollywood en las décadas de 1950 y 1960, hoy en día el lago es espantoso, en gran parte abandonada y en ocasiones plagado de peces muertos y burbujas nocivas de sulfuro de hidrógeno.
Este escenario de pesadilla se ha presentado antes, 450 kilómetros al norte, en el Valle del Río Owens. Hace casi 100 años, el lago Owens fue drenado por el acueducto de Los Ángeles para calmar la creciente sed de la joven ciudad. El polvo viajó en oleadas fuera del lecho seco del lago, llegando a niveles de polvo que hoy pueden alcanzar 10 veces el nivel que los oficiales federales consideran seguro.
Al día de hoy siguen los esfuerzos para controlar los daños en el Lago Owens. Se han gastado más de 1,300 millones de dólares. Pero el lecho del lago estéril sigue siendo la principal fuente de polvo en los Estados Unidos.
“Todos los errores cometidos son los que estamos tratando de no repetir aquí”, dijo Wilcox.
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