El fotógrafo Jonathan Nimerfroh inmortaliza el mar en su versión más granizada en la playa de Nantucket, en Massachusetts
Olas congeladas. Increíbles fotografías de Jonathan Nimerfroh divulgadas por internet (en Instagram también) y que no dejan indiferente. Tras la congelación (o casi) de las cataratas del Niágara, las fotos de Nimerfroh han corrido como la espuma por las redes. Belleza estética y oportunismo fotográfico se unen en unas instantáneas a cuya visión sigue de manera inmediata la pregunta ¿pero qué es?
Las bajas temperaturas congelan el agua. No es raro en los lagos del Pirineo, por ejemplo, que en esos primeros días de invierno crudo y viento respetable se levanten olas y queden congeladas al instante, como gotas de agua en una bandeja metálica pero con formas danzantes.
En el norte de Japón, ese fenómeno se desarrolla en el mar habitualmente, lo mismo que en las zonas polares del planeta (estas normalmente alejadas de fotógrafos). Lo que no es tan normal es captar en imágenes olas dignas de surf en su versión más pétrea posible, agua granizada en movimiento, congeladas con la cámara, heladas al tacto.
Al margen de posibles tratamientos ‘photoshopicos’, las fotografías de Nimerfroh dan una vuelta de tuerca más en el arte de lo instantáneo, para sorprender y agradar por igual. La playa de Nantucket, en Massachusetts, en la costa este de EEUU, ha quedado inmortalizada en su versión más sorprendente.
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