Un extenso estudio sobre la división de hábitats en áreas más pequeñas y aisladas, constata grandes problemas para numerosos ecosistemas del mundo y plantas y animales que viven en ellos.
El trabajo muestra que el 70 por ciento de las tierras forestales existentes se encuentran a media milla del borde del bosque, donde las influencias de la invasión urbana, suburbana o agrícola pueden provocar muchos efectos nocivos, como la pérdida de plantas y animales.
La investigación también realizó un seguimiento de siete experimentos importantes de los cinco continentes que examinan la fragmentación del hábitat y encontró que los hábitats fragmentados reducen la diversidad de plantas y animales entre un 13 y un 75 por ciento, con los mayores efectos negativos hallados en las zonas más pequeñas y aisladas de hábitat.
El estudio, publicado este viernes en ‘Science Advances’, fue dirigido por expertos de la Universidad Estatal de Carolina del Norte (NC State), en Estados Unidos, y participaron cerca de dos docenas de investigadores en todo el mundo. Los investigadores diseñaron un mapa de la cubierta forestal mundial y detectaron muy pocas tierras forestales sin alterar por algún tipo de desarrollo humano.
“No es ningún secreto que los bosques del mundo se están reduciendo, por lo que este estudio analizó los efectos de esta pérdida y fragmentación del hábitat en los bosques que quedan”, explica el doctor Nick Haddad, profesor de Ciencias Biológicas de la NC State y autor del trabajo.
“Los resultados fueron asombrosos. Casi el 20 por ciento de los bosques que quedan en el mundo tienen la distancia de un campo de fútbol -o unos 100 metros- hasta el borde del bosque. El 70 por ciento de las tierras forestales se encuentra a media milla [unos 800 metros] de la orilla del bosque. Eso significa que no se puede considerar casi ningún bosque realmente salvaje”.
El estudio también examinó siete experimentos principales existentes en los hábitats fragmentados que se desarrollan actualmente en todo el mundo; algunos de ellos desde hace más de 30 años. Cubriendo muchos tipos diferentes de ecosistemas, desde bosques a sabanas y pastizales, se combinaron para mostrar una tendencia desalentadora: la fragmentación causa pérdidas de plantas y animales, cambia el funcionamiento de los ecosistemas, reduce las cantidades de nutrientes retenidos y la cantidad de carbono secuestrado y tiene otros efectos perjudiciales.
“Los efectos negativos iniciales eran poco sorprendentes –señala Haddad–. Pero me quedé impresionado por el hecho de que estos efectos negativos se hicieron aún más negativos con el tiempo. Algunos resultados mostraron una disminución del 50 por ciento o más en las especies de plantas y animales durante una media de tan sólo 20 años, por ejemplo. Y la trayectoria sigue yendo en espiral descendente”.
Haddad propone algunas posibles formas de mitigar los efectos negativos de la fragmentación: la conservación y el mantenimiento de grandes áreas de hábitat; la utilización de corredores de paisaje o fragmentos conectados que han demostrado ser eficaces en conseguir mayor biodiversidad y mejor funcionamiento de los ecosistemas; aumentar la eficiencia agrícola y centrarse en las eficiencias del diseño urbano.
“Los principales resultados son impactantes y tristes –alerta Haddad–. En última instancia, la fragmentación del hábitat tiene efectos nocivos que también perjudicarán a las personas. Este estudio es una llamada de atención a cuánto estamos alterando los ecosistemas, incluso áreas que pensamos que estamos conservando
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