Varias personas desaparecieron en un lapso de cinco años, sin que se volviera a saber nada de ellos, en una zona boscosa de Nueva Inglaterra EEUU. Al más puro estilo de una película de terror, o de un libro del escritor, Stephen King, cerca del monte Glastonbury, en Vermont, EU, han sucedido cosas extrañas: muchas personas que ha estado en ese lugar desaparecieron sin dejar huella. A este sitio se le conoce como el Triángulo de Bennington.
En esta zona suceden cosas muy similares a las que pasa en el mítico Triángulo de las Bermudas. Los sitios esoterismos.com y todoleyendas.com realizan una recopilación de las historias más extrañas que se han dado en este lugar. Cerca del monte Glastonbury, en Vermont, se encuentra el Triángulo de Bennington, una enigmática zona boscosa donde se pierden las personas. La mayoría de estas desapariciones se produjeron sin que los cuerpos de seguridad pudieran encontrar una sola pista de las personas.
Las víctimas eran personas de diferentes edades y de ambos sexos. Todas ellas se esfumaron en un plazo de cinco años; de 1945 a 1950. Las desapariciones ocurrieron en el último trimestre del año, entre los meses de octubre, noviembre y diciembre. La primera evaporación se remonta a 1945; se trata de Henry MacDovell, un demente acusado de asesinato que se había escapado de un manicomio y del cual nunca se volvió a saber nada.
Días después, desapareció un guía de montaña de nombre Middie Rivers, quien acompañaba a un grupo de turistas. Desapareció sin dejar rastro, cuando caminaba delante de ellos. A pesar de una exhaustiva búsqueda, durante muchos días no se encontró ningún indicio. Un año más tarde, concretamente el día 01 de diciembre de 1946, una estudiante de dieciocho años de edad, de nombre Paula Welden se adentró en los bosques de la zona con la intención de hacer senderismo de montaña. Jamás se volvió a saber nada de ella.
El 1 de diciembre de 1949, un hombre llamado James E. Tetford protagonizó lo que parece ser la desaparición más enigmática ocurrida en el Triángulo de Bennington. El señor Tetdford se esfumó, mientras se encontraba en el interior de un autobús en movimiento. Los demás pasajeros testificaron que lo vieron en el vehículo, pero para cuando éste llegó a su última parada, en Bennington, James Tetford se había ido. El doce de octubre del año siguiente, Paul Jepson, un niño de ocho años, se desvaneció de la vista de su madre mientras ésta se encontraba realizando algunas tareas domésticas.
Autoridades y gente del pueblo iniciaron una búsqueda exhaustiva; sin embargo, jamás encontraron nada.
La última desaparición de la que se tiene constancia es la de una mujer llamada Frieda Langer. El 28 de Octubre de 1950, Frieda fue de excursión con su primo. En un momento de la caminata, tropezó y cayó en un lugar que estaba lleno de agua.
La mujer en cuestión decidió volver al campamento para cambiarse de ropa y su primo se quedó en aquel lugar, esperando que regresara. Ella no regresó y no se encontró rastro alguno. Siete meses más tarde, el cuerpo fue encontrado. Lo raro del asunto es que el lugar en donde se encontró ya había sido inspeccionado con anterioridad. Existen varias teorías acerca de las desapariciones: una de ellas establece que probablemente en esa época existía un asesino en serie.
Otra hipótesis indica que las desapariciones se debieron a accidentes de montañas. Las fechas en que ocurrieron todos los incidentes fueron entre las estaciones de otoño e invierno, las cuales son las propicias para que el suelo del bosque aparezca cubierto de una gruesa capa de hojarasca que oculte pozos o agujeros donde habrían caído las víctimas. No obstante, esto no explica los casos de Frieda Langer y James Tetdford.
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