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viernes, 11 de noviembre de 2011

La Amenaza del Misterioso Virus X


Todavía no fue bautizado, y por lo tanto es llamado simplemente "Virus X" a la espera de un nombre mejor, que con seguridad será el de alguno de los científicos que participa en su descubrimiento. Porque todo alrededor de esta enfermedad es un misterio: de dónde vino (si es acaso una mutación de otras especies no tan peligrosas, o si, como algunos dicen fue creado por el propio hombre), de qué forma se transmite con exactitud, cómo se combate... Lo que se conoce bien es el efecto que está provocando en la humanidad, y esto es lo que más alarma nos genera. Los agitadores de siempre ya se apresuraron a anunciar que finalmente ésta será la causa esperada y temida que acabará con el mundo tal como lo conocemos.

No hay información clara sobre cómo comenzó o en qué lugar, aunque es posible que se haya dispersado de un modo tan rápido y silencioso que no nos dimos cuenta. El hecho es que según reportes de la Organización Mundial de la Salud, hoy por hoy el mal se extiende a todos los rincones del planeta. Han fallado por completo las distintas medidas de prevención y contención de la enfermedad, mientras que su efecto está empujando rápidamente a los pueblos de la Tierra a situaciones extremas, al hambre, al hacinamiento, a las tensiones y por último a las guerras. Ante esta amenaza nos encontramos indefensos, ignorantes como nunca antes.


El Virus X se supone que ataca con exclusividad al cerebro afectando distintas áreas del comportamiento y el razonamiento. Para llegar a comprenderlo mejor, se ha representado su ataque con un paralelismo hacia similares mecanismos vistos en la naturaleza, por ejemplo el accionar de bacterias u hongos que logran introducirse en organismos como insectos, peces o ratones, tomando el control de ellos para obligarlos a realizar acciones contra su voluntad. Muchas veces incluso haciéndolos desestimar el peligro de un depredador para que éste los devore y continúe el ciclo de propagación del ente invasor.

En la especie humana nunca se había registrado una epidemia de este tipo y de características tan marcadas. La enfermedad afecta en primer lugar a la inteligencia: las personas que se han contagiado son notablemente menos desarrolladas mentalmente y les cuesta muchísimo realizar actividades simples como concentrarse ante una situación compleja, adquirir nuevos conocimientos en estudios orales o mediante libros, o también comprender la básica relación causa y efecto para desarrollar planes a corto plazo.

Incluso aún la comunicación con sus semejantes les resulta dificultosa, aunque a través del uso de un lenguaje altamente deformado y limitado han podido entenderse entre contagiados hasta cierto punto. Usando la escritura como medio (aquellos que lograron aprender a escribir), su expresión es pobrísima y llena de errores de ortografía o abreviaturas casi imposibles de traducir, pero que a ellos les sirve para aparentar raciocinio al agregar un factor de incertidumbre en lo que están diciendo.

Por otro lado, además de mermar su inteligencia, en los afectados se ve una fuerte alteración de comportamiento en sus actividades sexuales. El virus X sería el responsable de su reproducción descontrolada más allá de los parámetros normales, obligándolos a tener sexo con una frecuencia acelerada dejando cualquier precaución de lado y sin razonar en las consecuencias futuras. Además, el virus parecería transmitirse con mucha facilidad entre las personas, especialmente durante el acto sexual, y luego entre la madre y sus bebés durante el embarazo. Todos los hijos que nacen de padres que experimentan los síntomas del virus, desde su niñez ya demuestran haber sido afectados.

La humanidad recientemente ha alcanzado los siete mil millones de personas viviendo juntas en este instante sobre la pequeña Tierra, y las perspectivas a futuro no son alentadoras ya que ese número se duplicará en un lapso de tiempo muy breve. La pandemia en la que se ha convertido esta enfermedad está acelerando el deterioro de la especie humana. Necesitamos aprender mucho más aún de estos síntomas detectados, que ya se han desparramado y prendido en las sociedades. Mientras tanto continuamos en la búsqueda del infame Virus X con la esperanza de que algún día sea hallado y pueda ser combatido. Por ahora padecemos sus efectos mientras su existencia real sigue siendo un misterio.

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