El fin del euro es ya una posibilidad que está a mano. Todos hablan de ella como de cualquier otra eventualidad asumible.
Gran Bretaña ha enviado un mensaje a sus embajadas para que se preparen para atender a sus ciudadanos en caso de que haya disturbios en las calles por el posible colapso del euro. Prestan especial atención a Roma y Madrid.
Gran Bretaña ha enviado un mensaje a sus embajadas para que se preparen para atender a sus ciudadanos en caso de que haya disturbios en las calles por el posible colapso del euro. Prestan especial atención a Roma y Madrid.
El diario británico The Telegraph da cuenta de que “las embajadas británicas en la eurozona han recibido la orden de que elaboren planes para ayudar a los expatriados británicos por un colapso de la moneda única, entre nuevas preocupaciones sobre Italia y Madrid”. El periodista cita como fuente un ministro del gobierno británico, que añade que el fin del euro “es cuestión de tiempo”.
Entre los escenarios que deben contemplar las embajadas del Reino Unido en los 17 países que comparten moneda están también los disturbios en las calles y el malestar social generalizado. Pero también han recibido instrucciones de preparar a los ciudadanos británicos ante un posible “corralito”: se plantea la posibilidad de que el sistema financiero de algún país implosione y no puedan ni sacar dinero de sus cuentas corrientes. No es que piensen que esto vaya a pasarle sólo a los ciudadanos británicos, claro está. Es una posibilidad que consideran para todos nosotros.
La información de The Telegraph recuerda un informe que trajimos a estas crónicas y que, desde luego, no está de más recordar. Estaba elaborado por el banco suizo UBS e incluía este juicio histórico: “También debería considerarse relevante observar que casi ninguna unión monetaria moderna con una base fiduciaria se ha roto sin algún tipo de gobierno autoritario o militar, o una guerra civil”.
La perspectiva del ministro del gobierno de Cameron es la que tiene, asimismo, el semanario The Economist. Lleva a la portada una moneda de euro que cae precipitadamente, como un meteorito. Parece amenazar con acabar con la vida de los dinosaurios en que se han convertido las instituciones europeas. El semanario dice que ese será el resultado si Alemania no permite al BCE actuar de inmediato y con rapidez. Claro, que si lo hace (aunque esto no lo dice The Economist, que hace décadas que ha olvidado sus orígenes), retrasará su fin, pero lo asegurará en el futuro, por la incidencia de la perversa inflación. Y su sección sobre política europea, Charlemagne, se plantea la posibilidad de que haya una Europa a dos velocidades, o directamente dos Europas.
Tampoco es una idea exclusivamente británica. El político austríaco Frits Bolkestein, autor de la directiva Bolkestein que hubiera hecho mucho bien a la UE pero que se echó atrás, cree que el fin del euro es inminente.
Fuente: José Carlos Rodríguez / El Imparcial
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