El despilfarro occidental tiene consecuencias en el medio ambiente y el Tercer Mundo
Productos encontrados en la basura
ARCHIVO ADN
Occidente ha pasado de las cartillas de racionamiento al despilfarro de los alimentos.
Más de un tercio de la comida que se produce en el mundo acaba en el cubo de la basura. Las consecuencias de este derroche no son anecdóticas, ya que afectan de forma directa a la malnutrición del Tercer Mundo -con el aumento de precios de los alimentos básicos- y al deterioro del medio ambiente, con la emisión del 20% de los gases invernaderos por parte del sector alimenticio.
Los datos son contundentes. Estados Unidos y Europa tienen dos veces más comida de la necesaria para satisfacer las necesidades nutricionales de su población. De hecho, sólo con los 40 millones de toneladas de alimentos desechadas cada año en EE UU -en Europa se tiran hasta 89 millones de toneladas anuales- se podría alimentar a las cerca de 1.000 millones de personas hambrientas en el mundo.
"Se trata de una cuestión ética que durante muchos años se ha intentado tapar por parte de la industria alimenticia. La imagen de la comida arrojada en vertederos debería hacernos reflexionar a todos", explica a ADN el investigador y activista Tristram Stuart, autor de Despilfarro, que culpabiliza a agricultores y multinacionales, y también a los consumidores: "Tenemos que comprar lo que comemos y comer lo que compramos. Tan sencillo como eso".
Las cadenas de supermercados rechazan el 30% de las frutas y verduras por simples cuestiones estéticas. "Si las manzanas no tienen la forma perfecta se tiran a la basura, aunque tengan exactamente el mismo sabor", cuenta Stuart. El despilfarro también ha llegado al mar. Según las investigaciones de la Universidad de Sussex, en las aguas europeas se desecha casi la mitad de los peces capturados.
La fecha de caducidad de los productos tiene buena parte de culpa en el derroche. Según Stuart, "no es peligroso comer un alimento caducado, ya que las fechas puestas por las empresas sólo sirven para protegerse ante posible litigios judiciales. Incluso se han convertido en una práctica herramienta de marketing". Así, asegura que si el alimento está en buen estado, no deberíamos rechazarlo.
Las cifras de los excesos
1. Más de 40 millones de toneladas de alimentos se echan a perder cada año en Estados Unidos, una cantidad con la que se podría alimentar a los cerca mil millones de personas hambrientas en el mundo. En Europa se desechan 89 millones de toneladas anuales.
2. Entre el 40 y el 60% del pescado capturado en aguas europeas es desechado, ya sea por su tamaño, ser una especie inadecuada o por el estricto sistema de cuotas de la UE. En el Atlántico Norte y el Mar del Norte se tiran más de 2,3 millones de toneladas de pescado al año.
3. Entre el 20 y 40% de las frutas y verduras producidas en Europa son rechazadas por las grandes superficies porque no siguen los cánones estéticos, independientemente de su buen estado.
4. El 10% de las emisiones de gas invernadero en los países ricos se produce por el cultivo de alimentos que no serán consumidos. La deforestación es la causa del 20% de las emisiones de CO2.
El compromiso diario de un 'freegano'
Tristam Stuart (Londres, 1977) lleva su lucha hasta las últimas consecuencias. Se hizo freegano a los 16 años y desde entonces se alimenta de lo que los supermercados y otras tiendas arrojan a los contenedores.El autor de Despilfarro, investigador de la Universidad de Sussex, lleva toda su vida denunciando "el escándalo global de la comida" y las miles de toneladas de alimentos que se desperdician en la cadena alimentaria. Tras la entrevista en Barcelona pregunta cuántos ejemplares tiene ADN y pide a sus lectores que reciclen el diario. Para volver a Londres, decide coger un tren "porque los aviones contaminan demasiado". Está organizando en varias ciudades europeas un evento llamado "Feeding the 5.000" en la que se recupera la comida rechazada.
Consumo Responsable
- Comprar. Los consumidores pueden contribuir a rebajar el exceso alimentario en el mundo. La clave reside en hacer una lista de la compra con los productos que realmente se necesitan. También es recomendable ir más de una vez a la semana al supermercado y no hacer compras para todo el mes.
- Cocinar. Para evitar tirar alimentos es recomendable preparar raciones no muy grandes e intentar reutilizar las sobras para la siguente comida. El pan del día que sobra se puede guardar en el congelador.
-Comer. Los productos de los supermercados tienen fecha de caducidad con amplios márgenes de error. Si los alimentos tienen buen aspecto y gusto es que todavía se pueden comer.
-Verduras. Los establecimientos rechazan las frutas y verduras que no siguen determinados cánones estéticos. Una forma de cambiar esta práctica es comprar frutas y verduras irregulares, que tienen el mismo sabor.
- Pescado. Informarse de las especies amenazadas en el mar -cada vez hay más- y no comprarlas en la pescadería. El consumo responsable también pasa por no comer peces de pequeño tamaño.
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