
La historia alternativa explica los acontecimientos mundiales como resultado de complots por parte de organizaciones secretas que comprenden la élite global: bancos, familias ricas como los Rockefeller y los Rothschild, organizaciones no oficiales como el Grupo Bilderberg, el crimen organizado, las agencias gubernamentales, sociedades secretas como Skull & Bones y Francmasonería, y así sucesivamente. Pero detrás de todos ellos hay un grupo aún más poderoso, los verdaderos gobernantes de la tierra, son los llamados Illuminati. Su objetivo: imponer un Nuevo Orden Mundial. Los teóricos de la conspiración aseguran que para lograr su oscuro objetivo utilizan potentes tecnologías secretas, como el control del tiempo (HAARP), el control mental (Proyecto MK Ultra), armas energéticas, enfermedades creadas artificialmente (Gripe A o H1N1), y otras tecnologías con la capacidad de controlarnos sin que lo sepamos.
Pero también es cierto que surgió en enemigo inesperado, la World Wide Web (WWW) o red informática mundial. Este sistema ha ido creciendo de tal manera que ha permitido a miles de millones de personas interconectarse entre sí, siendo además una potente herramienta de libertad de expresión. Incluso el mismísimo Jay Rockefeller, miembro de una de las familias más importantes y poderosas del mundo, reconoció públicamente que Internet nunca debería haber existido. Pero parece ser que lo han conseguido, el Parlamento Europeo acaba de aprobar la nueva ley de derechos de autor, la cual controlará lo que subimos a la red y la información a la que accedemos. La sociedad Orwelliana de 1984 está más cerca que nunca.

Pero las consecuencias de esta decisión tienen un gran alcance. La ley deberá enfrentarse a una votación final en enero de 2019, aunque es poco probable que sea rechazada. Después de eso, tendrá que ser implementada por los Estados miembros de la Unión Europea, quienes podrían variar significativamente la forma en que eligen interpretar el texto. Pero los puntos más controvertidos son los artículos 11 (limitación del uso de los artículos de prensa) y 13 (filtros automáticos de carga de contenidos). El artículo 11 está destinado a que los editores y medios de comunicación cobren a los agregadores de noticias por enlazar noticias en sus páginas.
Pero el artículo 13 es aún peor. La legislación exige que las plataformas trabajen proactivamente con los creadores para evitar que los usuarios suban contenido protegido por derechos de autor. La única forma de hacerlo sería controlar todos los datos que se suben en sitios web como YouTube y Facebook, y podría usarse como un mecanismo de censura generalizada.
Los críticos de la ley de los derechos de autor aseguran que nos encontramos ante un escenario catastrófico. En el caso del artículo 11, señalan que los intentos de “imponer impuestos” a plataformas ya se intentó en el pasado y fue un auténtico fracaso, dando como resultado el cierre Google News en España y Alemania. Sin embargo, aquellos que respaldan las enmiendas dicen que los argumentos anteriores son el resultado del alarmismo de las grandes compañías tecnológicas, ansiosas por mantener el control de las plataformas más grandes de la web. Señalan que no habrá abuso de ningún tipo y una prueba de ello es que sitios como GitHub o Wikipedia están exentas de esta ley.
Pero la realidad es bien otra, es el adiós definitivo a los famosos memes en las redes sociales y limitar la libre información que circula en la Red. El motivo de esto es que los algoritmos no entienden las parodias. Cualquier vídeo que contenga, aunque sea solo unos segundos, una canción o imágenes protegidas por derechos de autor, no será publicado. El poder lo tendrán los grandes medios de comunicación y la intención es que los usuarios acaben pagando por la información, que previamente habrán pasado el filtro de la censura.

A pesar de toda esta controversia, lo que está claro es que, si la ley de derechos de autor recibe la aprobación final del Parlamento Europeo en enero, tendrá un gran impacto negativo en Internet, tanto en la Unión Europea como en todo el mundo. La forma exacta en que se interpretará la legislación dependerá de los estados, pero el objetivo es claro: eliminar cualquier forma de libertad y el control total de la población. ¡Bienvenido al Nuevo Orden Mundial!
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