Los sismos lentos que suelen durar semanas o incluso meses, no causan daños significativos, pero son considerados por muchos como señal de un futuro terremoto de mayor fuerza e intensidad.
Un equipo internacional de científicos de Francia, Estados Unidos y Rusia realizó por primera vez un análisis estadístico de los llamados ‘terremotos lentos y de baja frecuencia’. Estos sismos, que suelen durar semanas o incluso meses, no causan daños significativos, pero son considerados por muchos un preámbulo de aquellos más peligrosos y de mayor magnitud.
El estudio publicado en la revista ‘Science Advance’, encaminado a comprobar el origen y la conexión entre los deslizamientos lentos y los terremotos en la corteza terrestre, llevó a los sismólogos a analizar alrededor de 1.120 fuentes de terremotos y cerca de 1,8 millones de casos individuales de sismos de baja frecuencia ocurridos durante dos años en el estado de Guerrero en México.
En esa zona se localizan la placa tectónica de Cocos y la placa norteamericana, causantes de la alta actividad volcánica centroamericana y de fuertes terremotos ocurridos en la región.
El análisis permitió a los científicos descubrir una interacción entre los sismos lentos. Se cree que la interacción colectiva de los sismos de baja frecuencia se debe a la presencia de una zona de falla de “fluidos”, que puede tratarse de agua liberada mediante la conversión de algunos minerales a una profundidad de 40 kilómetros.
Los investigadores consideran que esta interacción está ligada al deslizamiento lento, un fenómeno que ocurre en el ciclo normal de un terremoto de mayor magnitud: un deslizamiento rápido es seguido por un largo reposo, que al parecer no es de inactividad absoluta, ya que se demostró que, durante este, se pueden producir una serie de eventos de menor magnitud.
“Existe la posibilidad de que estos fluidos sean cruciales no solo para las interacciones entre los terremotos de baja frecuencia, sino también para determinar las propiedades mecánicas de las fallas geológicas”, señaló Aleksandr Gusev, jefe del Laboratorio del Instituto de Sismología, Vulcanología de la Academia Rusa de Ciencias y uno de los coautores del estudio.
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