El eje de rotación de los planetas está en constante movimiento. Sin embargo, a principios de los años 2000, el Polo Norte cambió de dirección y ahora se mueve hacia el meridiano cero el doble de rápido que antes.
La Tierra no siempre gira alrededor de un eje imaginario que atraviesa los polos, sino que éste se mueve alrededor de ellos. A lo largo de gran parte del siglo XX se ha desplazado hacia Norte América, pero esa dirección ha cambiado como consecuencia del deshielo de los polos y del nuevo reparto de pesos al que ha dado lugar. Estos cambios no afectan a nuestra vida diaria, pero ayudan a entender mejor el clima del pasado y del futuro y hay que tenerlos en cuenta para asegurar un correcto funcionamiento de los sistemas GPS, según científicos del Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
En el año 2000, el eje de rotación terrestre dejó de avanzar hacia Canadá y comenzó a dirigirse hacia el este al doble de velocidad, unos 17 centímetros al año. “Ha dejado de moverse hacia la Bahía de Hudson para acercarse a las Islas Británicas. Es una oscilación importante”, comenta Surendra Adhikari, investigador del Jet Propulsion Laboratory de la NASA y autor del estudio, publicado recientemente por Science Advances.
Los autores de este trabajo sugieren que la pérdida de masa de hielo en Groenlandia y en la Antártida puede ser la responsable de este fenómeno. Para llegar a esta conclusión, los investigadores se han servido de los satélites del German Aerospace Center Gravity Recovery and Climate Experiment (GRACE), que cada mes aportan información sobre cambios en la masa de la Tierra.
El deshielo es condición necesaria pero no suficiente para producir esta situación. Los movimientos de agua que han tenido lugar en estas dos regiones no generan la suficiente energía para promover un movimiento del eje de rotación tan evidente como el observado: es preciso que otra fuerza entre en juego. Por suerte, los investigadores han encontrado la respuesta a este misterio en “el déficit de agua en Eurasia: el subcontinente indio y el área del mar Caspio”, afirma Adhikari, tras el agotamiento de los acuíferos y las sequías en esa región.
La variación en la cantidad de agua en esa zona es muy pequeña en comparación con los polos y, sin embargo, su efecto es notable. La explicación es que el eje de rotación es muy sensible a los cambios que se producen a 45 grados de latitud.
Esto explica un misterio que los científicos han tratado de desvelar desde 1899, cuando comenzaron a realizarse las primeras observaciones sobre el movimiento del eje de rotación terrestre. “Es mucho más que una simple correlación: hemos aislado la causa”, sentencia Erik Ivins, otro de los autores del estudio.
Gracias a la vinculación entre los cambios en el clima y la posición del eje de rotación, es posible determinar “si las inundaciones o las sequías se han acentuado con el tiempo y en qué regiones”, dice Adhikari. Estos datos, además, revelan “información vital sobre cambios en la acumulación de agua en los continentes y sobre las capas de hielo a lo largo del tiempo”, añade Ivins.
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