La mayor parte del yodo radiactivo 129I presente en el hielo marino procede de las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear de Sellafield, en Reino Unido, y La Hague, en Francia. Así lo plantea el análisis que un equipo internacional, liderado desde Centro Nacional de Aceleradores en Sevilla, ha efectuado en las aguas del océano Ártico.
El investigador, junto a colegas del CNA y otros centros internacionales, publican en el Marine Pollution Bulletinun estudio donde se propone que la mayor parte del inventario de 129I en el hielo marino del océano Ártico central procede del trasporte atmosférico directo desde esas dos plantas de reprocesamiento nuclear en Europa.
El estudio de la cantidad de yodo-129 existente en el hielo marino ha permitido descubrir que su concentración es mayor que la que existe en el agua subyacente, lo cual pone de manifiesto que la presencia de yodo radiactivo en el hielo no puede deberse exclusivamente a su absorción directa del agua que hay bajo el hielo.
El océano Ártico se encuentra cubierto por hielo marino estacional, de tal modo que este hielo desempeña un papel fundamental en el sistema climático global y local, así como en la circulación oceánica.
El hielo marino tiene distintas formas de incorporar elementos químicos a su estructura, siendo las más importantes por absorción directa del agua que hay bajo él, por absorción atmosférica o por deposición húmeda. Gracias a esta propiedad del hielo, este se puede emplear para conocer el trasporte y redistribución de las distintas sustancias químicas que se encuentran en su interior.
El 129I es emitido al medio ambiente a través de distintas fuentes, como son las pruebas nucleares atmosféricas, el accidente de Chernóbil o las plantas de reprocesamiento de combustible nuclear europeas. Este aporte al medioambiente aumentó de 20 kg/año a 300 kg/año a partir de los años 90, fundamentalmente debido a la planta de reprocesamiento de combustible nuclear de La Hague, situada en Francia.
Este estudio ha sido desarrollado por investigadores del CNA (un centro mixto Universidad de Sevilla-Junta de Andalucía-CSIC), donde se han usado sus aceleradores de partículas para conocer los procesos oceánicos, en colaboración con otras universidades españolas como la de Sevilla y la Autónoma de Barcelona, además de centros de Australia y Japón.
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