Advertencia de un organismo internacional: En los próximos meses, estos fenómenos podrían afectar las redes de energía, telefonía y navegación de la Tierra.
Un equipo de la Agencia Oceanográfica (NOAA) anticipó a principio de 2015 que la Tierra podría verse azotada por varias tormentas solares durante este año. La predicción empezó a tomar forma el 13 de marzo cuando se desató una tormenta de gran intensidad que afectó las comunicaciones en algunas regiones del planeta.
Una tormenta geomagnética de nivel intermedio podría causar trastornos en el funcionamiento de los satélites, lo que afectaría las comunicaciones telefónicas y los sistemas de navegación de los aviones que sobrevuelan las zonas polares.
Si las tormentas son de gran intensidad, pueden crear corrientes inducidas en la red de energía y en los oleoductos y dejar sin suministro por varios días a ciudades enteras.
Y si bien para que esto ocurra se tienen que dar una cadena de circunstancias “una tormenta geomagnética puede modificar el campo magnético terrestre y alcanzar la superficie provocando lo que se conoce como inducción electromagnética. Esto genera un aumento en la intensidad del tendido eléctrico y sobrecarga las líneas de alta tensión y generadores eléctricos”, explica la doctora Cristina Mandrini, directora del grupo de Física Solar, del IAFE, CONICET-UBA.
Aunque la idea no es alarmar a la población, Ashley Dale, investigador de la Universidad de Bristol, que se especializa en marcar los riesgos de una tormenta solar como parte del grupo internacional SolarMAX, sostiene que “sin electricidad, la gente tendría dificultades para cargar el tanque de sus coches o sacar dinero del banco. Además, los sistemas de aguas y alcantarillado se verían afectados también, lo que crearía epidemias en las áreas urbanizadas, con el regreso de enfermedades que pensábamos que habíamos dejado atrás hace siglos”, aseguró.
“El fenómeno de la fulguración solar es causado por erupciones en el sol acompañadas de eyecciones de masa coronal durante las cuales, la estrella arroja al espacio grandes burbujas de plasma y campos magnéticos”, indicó Mandrini.
La actividad magnética del Sol hace que se formen bucles de plasma en su superficie. Cuando la actividad magnética es más fuerte, hay tantos bucles que chocan entre sí y provocan enormes explosiones de plasma.
Según estimaciones de la NASA, cada 150 años la Tierra se vuelve vulnerable a una súper tormenta del nivel de la que se produjo en 1859, bautizada como Suceso Carrington. La energía liberada en aquella ocasión alcanzó los 1.022 kilojulios: el equivalente a la explosión de 10 mil millones de bombas de Hiroshima y 1 billón de kilogramos de partículas cargadas de electricidad que volaron a unos 3 mil kilómetros por segundo. Si esto ocurriera hoy, le costaría a la economía mundial 2 billones de dólares y provocaría daños a una escala sin precedentes.
En 1994 un conjunto de pequeñas tormentas solares dejó fuera de servicio a varios satélites. Otra menos intensa inhabilitó, el 13 de marzo de 1989, durante más de 9 horas a una de las grandes plantas hidroeléctricas de Quebec, Canadá y con ello hubo cortes de luz y pérdidas millonarias.
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