Un reciente estudio realizado por astrónomos de la Universidad Estatal de Pennsylvania ha concluido que no existen civilizaciones avanzadas en nuestra vencidad. Para llegar a tal conclusión, los autores han escudriñado un enorme pedazo del firmamento que albergaba a casi 100.000 galaxiasen busca de la huella que, supuestamente, toda Super Civilizacion de Tipo III debe dejar tras de si: el calor. Seth Shostak, viejo conocido del blog y paladín de los proyectos SETI echa por tierra semejante conclusión en un reciente texto publicado en el Huffington Post empleando para ello su mejor arma, el razonamiento y la lógica.
En 1960, Freeman Dyson teorizó que una civilización capaz de viajar entre las estrellas debería emplear la energía de esos mismos astros para poder alimentar sus naves. Según los principios de la termodinámica, semejante caudal de energía debería irradiar calor, tal y como sucede en nuestros motores de combustión, televisiones e incluso teléfonos móviles. En base a esta idea, Jason T. Wright y sus colaboradores de la Penn University escudriñaron en detalle unas 100.000 galaxias cercanas con la ayuda del observatorio espacial WISE de la NASA, diseñado precisamente para estudiar el universo en el espectro infrarrojo, el mismo que empleamos para captar la temperatura de los cuerpos. ¿El resultado? Como os he anticipado, nada en esas galaxias delató la presencia de una tecnología capaz de desplazarse por el espacio interestelar.
Seth Shostak, del Instituto SETI, ha defendido la inutilidad del estudio con su habitual sentido del humor y totalmente parcial vehemencia. ¿Qué significan realmente las conclusiones del estudio de Wright et al? Shostak hace unos números rápidos.
"Si sumamos el brillo de todas las estrellas de una galaxia típica, la cifra sería aproximadamente 10.000 millones de veces superior a la que emite nuestro sol. Lo que los chicos de la Penn University han buscado es una galaxia que genere aproximadamente esa cantidad de energía en calor residual".
Para poner en una escala comprensible esa cantidad Shostak sugiere que imaginemos una galaxia similar a la nuestra, a la que ahora suponemos capaz de albergar a un número de planetas habitables de alrededor de 100.000 millones. Para que el estudio realizado captase actividad en esa galaxia modelo, cada uno de esos mundos debería gastar un billón de veces más energíaque la que consumimos todos los humanos en la Tierra.
Mensaje a los alienígenas. (Imagen Flickr creative commons). El problema, como dice Shostak, es que esas civilizaciones podrían haber llegado a la conclusión que nosotros mismos comenzamos a vislumbrar: menos es más. El aumento de las necesidades y del consumo energético de esas civilizaciones no tiene por que ser un caballo desbocado, en palabras de Shostak: "tal vez los alienígenas no quieran lo que nosotros queremos".
La duda es más que razonable. Tal vez esos alienígenas, en caso de existir, tengan estilos de vida completamente diferentes a los nuestros. Quizás sus planetas estén mucho menos habitados. Puede incluso que su tecnología roce la perfección en la eficiencia energética. Después de todo, aquí mismo en la Tierra vemos como nuestros sistemas de iluminación basados en LEDs son mucho más eficientes que las viejas bombillas de filamento incandescente.
Shostak dice: "suponemos que en el universo existe una ley que insiste en que las sociedades avanzadas se vuelcan siempre en la colonización, empeñados en ir tomando el control de una porción cada vez mayor de la galaxia". En el fondo esta idea es netamente humana y se la debemos a lo que históricamente hemos vivido en nuestro planeta, pensad en los romanos, por ejemplo. Es esta, y no otra, la clase de civilizaciones que han buscado los científicos de la Universidad Estatal de Pennsylvania.
Pero eso no significa en absoluto que esas 100.000 galaxias estudiadas estén libres de civilizaciones avanzadas. En realidad podría haber miríadas de sociedades desarrolladas y pobladas por entidades inteligentes, bien sean biológicas o artificiales, presentes en todas esas galaxias. Tal vez esas sociedades existen felizmente dentro de unos límites energéticos que distan mucho de ser extremos. Shostak opina que nuestra idea actual de colonización de la galaxia, al estilo Star Wars, podría parecer complemente estúpida en el futuro, tal y como las costumbres de los primeros Homo sapiens hace 200.000 años nos parecen bárbaras a día de hoy.
Yo no se vosotros, pero la duda razonable que propone el bueno de Seth sobre las negativas conclusiones del estudio citado a mi me han convencido. Pero yo, al igual que él tampoco soy objetivo, y es que yo quiero creer que no estamos solos.
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