A lo largo de la historia hubo numerosos casos registrados sobre extraños objetos que caen desde el firmamento, como peces, ranas, dulces, medusas, frijoles, nueces, y semillas
A lo largo de la historia hubo numerosos casos registrados sobre extraños objetos que caen desde el firmamento, como peces, ranas, dulces, medusas, frijoles, nueces, semillas, y todo tipo de objetos extraños e inverosímiles. Una teoría popular explica que estos acontecimientos son causados por fuertes vientos que baten los objetos desde el suelo o el agua, y son lanzados hacia ciudades remotas a muchos kilómetros de distancia. Pero esta teoría, ¿puede explicar también esa lluvia de rocas pesadas que dañan las casas, e incluso, mata a las personas y al ganado?
Una larga historia de lluvia de objetos
Lluvia de piedras
Explicaciones a las lluvias de piedras
Uno de los primeros casos registrados sobre “lluvia” de objetos, proviene de los escritos del filósofo y naturalista romano Plinio el Viejo, que documenta tormentas de ranas y peces en el siglo I, en lo que hoy es Italia.
En el siglo III, el antiguo retórico y gramático griego, Athenaeus, escribió en su obra “The Deipnosophists” (libro VIII): “En Paeonia y Dardania, según dicen, llovieron ranas y fue tan grande el número de estas ranas, que las casas y los caminos quedaron llenos de ellas; al comienzo, por algunos días, los habitantes trataron de matarlas, y cerraron sus casas y resistieron la plaga; pero esto no los benefició, porque encontraron que todas sus vasijas estaban llenas de ellas, y descubrieron que las ranas estaban hervidas y asadas en todo lo que comían, y cuando, además de todo esto, no pudieron usar el agua, ni siquiera poner sus pies sobre el suelo debido a los montones de ranas que estaban por todas partes, y como también estaban molestos por el olor de aquellas que habían muerto; entonces abandonaron el país”.
Desde entonces, otros numerosos casos inusuales fueron documentados, incluyendo, una tormenta en Italia en 1840 que depositó miles de semillas nativas parcialmente germinadas del árbol de Judas, nativas de África Central; una capa de cristales de azúcar en 1857, en el condado de Lake, California; una lluvia de avellanas sobre Dublín, Irlanda, en 1867; mejillones vivos en el estanque de Paderborn, Alemania, en 1892; y medusas en Bath, Inglaterra, en 1894.
Quizás una de las “lluvias” más emocionantes que se produjo fue la lluvia de monedas del siglo XVI, cuando el 16 de junio de 1940 cayeron desde el cielo sobre el pueblo ruso de Meschera. Los arqueólogos sostuvieron la hipótesis de que un fuerte viento barrió un tesoro escondido que había sido expuesto por la erosión del suelo, antes de que este cayera.
Uno de los primeros científicos que abordó los extraños fenómenos de la lluvia de objetos fue E.W. Gudger, un ictiólogo del Museo Americano de Historia Natural. Gudger publicó un artículo en la revista Historia Natural, titulado “La lluvia de los Peces”, en el siglo XX, en que sugirió cuatro posibles explicaciones para la lluvia de especies marinas.
En primer lugar, sugiere que algunas especies animales “fuera de lugar”, simplemente pueden estar emigrando. En segundo lugar, expresó que los peces u otras especies marinas se quedaron varados en tierra luego del desbordamiento de estanques o arroyos. En tercer lugar, que los peces que estaban hibernando habían sido despertados por las fuertes lluvias, y emergieron a la superficie. Y en cuarto lugar, que los peces habían sido sacados del océano o del lago, por trombas marinas o tornados, y habían sido arrojados a tierra a muchos kilómetros de distancia.
Esta última teoría es la que ha recibido mayor apoyo. Jerry Dennis, en su libro “Están lloviendo ranas y peces: Cuatro Estaciones de Fenómenos Naturales y Odiseas del Cielo”, escribió que los cálculos teóricos sugieren que un “granizo del tamaño de una pelota de golf, requiere de una corriente ascendente de más de 161 kilómetros por hora, para lanzar pequeños peces hacia un nubarrón”.
Sin embargo, la aparición de algunos objetos que caen no puede explicarse tan fácilmente con esta teoría. Fenómenos como las lluvias de piedras, por ejemplo, son conocidos por durar varios días o incluso semanas, y son rocas demasiado grandes como para ser transportadas a grandes distancias por el viento.
Lluvia de piedras
Al igual que ocurre con las lluvias de animales, la lluvia de piedras también está documentada en la historia. Uno de los primeros recuentos es el de 1557, cuando Conrad Lycosthenes en “Crónicas Prodigiosas”, describió una lluvia de rocas que produjo la muerte de personas y de ganado.
Durante la Edad Media, las apariciones de rocas que caen desde el cielo fueron atribuidas a criaturas de origen sobrenatural e incluso al demonio. En 1690, el folclorista Robert Kirk escribió en su libro “La comunidad secreta” que las caídas de piedras fueron causadas por habitantes subterráneos llamados “espíritus invisibles”, similares a duendes, que lanzan piedras alrededor aunque nunca con la intención de lastimar a nadie. En 1698, las piedras cayeron desde el firmamento en Nueva Hampshire, como fue registrado en un folleto titulado “Lithobolia, o el demonio lanza piedras”.
Uno de los casos más conocidos sobre la caída de piedras ocurrió en Harrisonville, Ohio, en 1901. El pequeño periódico local “Octubre Buffalo Express” informó que el 13 de octubre, “una pequeña roca llegó hasta la casa de Zach Dye a través de la ventana”. Nadie había sido visto por los alrededores. Pero esto fue sólo el comienzo. Pocos días después toda la ciudad supuestamente quedó afectada por piedras y rocas que caían desde un cielo despejado.
Perplejos sin saber de dónde venían las piedras, los aldeanos reunieron a todos los hombres y niños de Harrisonville para descartar que el fenómeno era causado por una pandilla de pendencieros (se suponía que las mujeres no serían capaces de realizar un acto como este). Las piedras siguieron cayendo. Varios días después la lluvia de piedras se detuvo tan repentinamente como había empezado.
Este evento de la caída de piedras desde el cielo fue documentado en muchas otras ocasiones; en Sumatra en (1903); Bélgica (1913); Francia (1921); Australia (varias veces entre 1946 y 1962); Nueva Zelanda (1963); Nueva York (1973) y en Arizona (1983).
Explicaciones a las lluvias de piedras
Los científicos han admitido que realmente no tienen una respuesta definitiva para los extraños fenómenos de la lluvia de piedras. A través los años, han sido propuestas muchas teorías que van desde la actividad de duendes hasta la de seres sobrenaturales, pandillas de tiradores de piedras, volcanes, meteoritos, tornados, e incluso el castigo divino, como es citado en (Josué 10:11): “Jehová arrojó desde el cielo grandes piedras sobre ellos hasta Azeca, y murieron”.
El 23 de noviembre de 2013, miles de pequeñas rocas cayeron desde el firmamento sobre Sicilia, Italia, esto empezó desde que el Monte Etna, un volcán activo, expulsó piedras pómez, polvo y ceniza hacia el cielo. Los vehículos se cubrieron de pequeñas rocas negras y afiladas. Esto sin duda explica una de las posibilidades de caída de piedras. Sin embargo, existen registros de muchos eventos que no pueden ser explicados de esta forma.
Otra explicación popular son los tornados o fenómenos similares. Sin embargo, se ha reportado caída de rocas incluso cuando hace buen tiempo y en países que no experimentan tornados. Por otra parte, los tornados solo serían capaces de dispersar escombros, y expandirlos hacia el exterior en trayectorias balísticas. No podrían hacer que los escombros cayeran desde el cielo muy alejados desde su punto de origen.
Algunos expertos han argumentado que la lluvia de rocas puede ser causada por un meteorito ingresando a la atmósfera de la Tierra y fragmentándose en miles de piedras más pequeñas. Sin embargo, tal evento generalmente está acompañado por un estampido de sonido que no ha sido documentado en ninguno de los casos reportados, y sería difícil explicar por medio de esta teoría eventos que han durado días e incluso semanas.
Al igual que con muchos otros fenómenos inusuales e inexplicables, los científicos y académicos se han mostrado renuentes a examinar este tema de manera rigurosa. Por ejemplo, el examen del tipo de rocas, para ver si ellas son locales de la zona en las que caen, o si vienen de más lejos, incluso desde el espacio exterior, podría ayudar a arrojar algo de luz sobre el misterio. Hasta ese momento, solo nos van a quedar meras especulaciones sobre las causas de este extraño fenómeno.
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