Concepción artística de un agujero negro (Benjamin de Bivort; Strader, et al.; NRAO/AUI/NSF)
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Un par de agujeros negros que se encuentran en el corazón de un cúmulo globular, también llamado clúster, está causando que los astrónomos replanteen la idea previa de que estos grupos densos de estrellas debían tener sólo un agujero negro en su centro.
Esto sucede en el cúmulo Messier 22 (M22), que está a unos 10.600 años luz de la Tierra, y contiene cientos de miles de estrellas estrechamente unidas por la gravedad.
Usando el telescopio Very Large Array (VLA) Karl G. Jansky de Nuevo México, los astrónomos estudiaron el cluster M22 en busca de un agujero negro de masa intermedia, que fuera más pequeño que los agujeros negros supermasivos, y que se encontrara en los centros de galaxias, pero más grande que los agujeros negros que son varias veces la masa del sol.
En su lugar, el equipo encontró dos agujeros negros más pequeños, de unas 10 a 20 veces más pesado que el sol.
Estos agujeros negros de masa estelar son probablemente dos de los muchos formados a partir de estrellas masivas que explotaron como supernovas al inicio de los 12 millones de años de vida del M22.
"Las simulaciones de cómo evolucionan los cúmulos globulares muestran que muchos agujeros negros fueron creados temprano en la historia del cluster", dijo el coautor del estudio, James Miller-Jones de la Universidad de Curtin, Australia, en un comunicado de prensa.
"Mucho de los agujeros negros se hunden hacia el centro del cúmulo en el que comienzan una danza caótica que los lleva a ser expulsados de la agrupación, hasta que sólo sobreviven los restos de agujeros negros".
Hay varias explicaciones de por qué hay múltiples agujeros negros, por ejemplo, el clúster no puede contraerse tanto como se creía, o los agujeros negros pueden haber reducido la densidad del núcleo y por lo tanto redujo su tasa de expulsión.
"M22 puede contener un máximo de 100 agujeros negros, pero no los podemos detectar a menos que estén activamente alimentándose de estrellas cercanas", concluyó Miller-Jones.
"Tenemos la intención de hacer más estudios para precisar las propiedades de los dos que ya hemos encontrado."
La investigación fue publicada en la revista Nature el 4 de octubre.
Esto sucede en el cúmulo Messier 22 (M22), que está a unos 10.600 años luz de la Tierra, y contiene cientos de miles de estrellas estrechamente unidas por la gravedad.
Usando el telescopio Very Large Array (VLA) Karl G. Jansky de Nuevo México, los astrónomos estudiaron el cluster M22 en busca de un agujero negro de masa intermedia, que fuera más pequeño que los agujeros negros supermasivos, y que se encontrara en los centros de galaxias, pero más grande que los agujeros negros que son varias veces la masa del sol.
En su lugar, el equipo encontró dos agujeros negros más pequeños, de unas 10 a 20 veces más pesado que el sol.
Estos agujeros negros de masa estelar son probablemente dos de los muchos formados a partir de estrellas masivas que explotaron como supernovas al inicio de los 12 millones de años de vida del M22.
"Las simulaciones de cómo evolucionan los cúmulos globulares muestran que muchos agujeros negros fueron creados temprano en la historia del cluster", dijo el coautor del estudio, James Miller-Jones de la Universidad de Curtin, Australia, en un comunicado de prensa.
"Mucho de los agujeros negros se hunden hacia el centro del cúmulo en el que comienzan una danza caótica que los lleva a ser expulsados de la agrupación, hasta que sólo sobreviven los restos de agujeros negros".
Hay varias explicaciones de por qué hay múltiples agujeros negros, por ejemplo, el clúster no puede contraerse tanto como se creía, o los agujeros negros pueden haber reducido la densidad del núcleo y por lo tanto redujo su tasa de expulsión.
"M22 puede contener un máximo de 100 agujeros negros, pero no los podemos detectar a menos que estén activamente alimentándose de estrellas cercanas", concluyó Miller-Jones.
"Tenemos la intención de hacer más estudios para precisar las propiedades de los dos que ya hemos encontrado."
La investigación fue publicada en la revista Nature el 4 de octubre.
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