Fallos en radares de defensa y el sistema de comunicaciones de EE UU causados por el Sol fueron tomados por el comienzo de un ataque soviético
Una tormenta solar puso al mundo al borde de la guerra nuclear el 23 de mayo de 1967 cuando el bombardeo de partículas cargadas del Sol bloqueó varios sistemas de radar y de comunicaciones de Estados Unidos en lo que los militares interpretaron en un principio como el inicio de un ataque soviético a gran escala.Con los bombarderos atómicos preparados para despegar, el capitán Arnold L. Snyder, del Centro de Pronóstico Solar del NORAD, informó entonces de que la interrupción de las comunicaciones por radio y la avería de los radares podía deberse a una tormenta solar ocurrida horas antes, y no se produjo el ataque a la URSS. Científicos de la Fuerza Aérea de EE UU cuentan este episodio de la Guerra Fría por primera vez en un artículo que va a publicar la revista ‘Space Weather’, de la Unión Geofísica Estadounidense (AGU).
Una tormenta solar se produce cuando miles de millones de toneladas de partículas cargadas eléctricamente procedentes del Sol chocan con la Tierra. La nube de partículas tarda menos de veinticuatro horas en recorrer los 150 millones de kilómetros que separan el Sol de nuestro planeta y, cuando lo alcanza, además de auroras polares, puede provocar serios problemas en los sistemas de comunicaciones y suministro eléctrico, según su intensidad.
Así, el 29 de octubre de 2003, algunos aviones desaparecieron unos segundos del radar en Alemania, se vieron auroras boreales hasta en California y un satélite japonés de telecomunicaciones quedó fuera de servicio temporalmente a consecuencia de una tormenta magnética de magnitud G-5, la máxima.
Los militares estadounidenses empezaron a controlar la actividad solar y la meteorología espacial a finales de los años 50. En la década siguiente, la Fuerza Aérea contaba ya con un servicio especializado en el seguimiento de las llamaradas solares, las violentas erupciones de radiación que lanzan las nubes de partículas cargadas hacia la Tierra.
Disponían de una red de observadores en EE UU y el extranjero que informaba al Centro de Pronóstico Solar del Comando de Defensa Aeroespacial Norteamericano (NORAD). Con base desde febrero de 1967 en las entrañas de la montaña Cheyenne, en Colorado, el NORAD es una organización militar conjunta de EE UU y Canadá.
«La mitad del Sol ha salido disparada»
Varios observadores vieron el 18 de mayo de 1967 en una zona del Sol un gran grupo de manchas solares con intensos campos magnético. El 23 de mayo, se vio una gran llamarada desde observatorios de Nuevo México y Colorado, al mismo tiempo que un radio observatorio de Massachusetts informaba de que el Sol emitía niveles hasta entonces nunca detectados de ondas de radio. Horas después, el bombardeo de partículas cargadas inutilizó el 23 de mayo los radares de los tres Sistemas de Alerta Previa de Misiles Balísticos (BMEWS por sus siglas en inglés) de Alaska, Groenlandia y Reino Unido.
En aquella época, aviones estadounidenses cargados con armas nucleares estaban constantemente en el aire, y el fallo de radares del BMEWS hizo al alto mando sospechar que se trataba del comienzo de un ataque soviético, por lo que se pusieron más bombarderos en estado de alerta, listos para el ataque. «Era una situación grave, pero aquí es cuando la historia da un giro total: las cosas iban terriblemente mal, pero se resolvieron bastante bien», dice Delores Knipp, experta en ingeniería aeroespacial de la Universidad de Colorado y autora principal del artículo de ‘Space Weather’.
Cuando el fin del mundo parecía más cerca que nunca, el alto mando del NORAD preguntó al capitán Arnold L. Snyder, del Centro de Pronóstico Solar del NORAD y aquel día de servicio, si había alguna actividad solar que pudiera explicar lo que pasaba. «Recuerdo que respondí muy excitado: ‘Sí, la mitad del Sol ha salido disparada’. Y luego di los detalles de una manera más tranquila, más cuantitativa», rememora Snyder, hoy coronel retirado. Gracias a esa información, se determinó que los radares del BMEWS habían fallado a causa de la erupción solar y no por los rusos, y los niveles de alerta volvieron al estado normal.
La tormenta geomagnética fue tan fuerte que aquellos días las auroras boreales, normalmente limitadas al círculo polar ártico, se vieron hasta en México.
(Fuente: elcorreo.com)
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