Aunque hay un equipo vigilando el volcán, en el peor de los escenarios sería imposible prevenir la muerte de cientos de personas.

El volcán está vigilado por 28 estaciones operadas por los institutos de Geofísica e Ingeniería de la UNAM y el Centro Nacional para la Prevención de Desastres (CENAPRED), quienes tienen preparados planes de contingencia y advertirán con tiempo de lo que podría ocurrir.
Incluso cuando las poblaciones más cercanas al volcán son conscientes de los riesgos que eso implica, seguir el protocolo no será algo sencillo como nos mostró la experiencia del año 2000 cuando miles de habitantes se rehusaron a abandonar sus hogares pese a que el volcán estaba expulsando por los aires rocas ardientes de más de un metro.
El “Popo” es un volcán explosivo, es decir, que cuando la presión del magma rompa el techo del cráter éste lanzará lava de forma explosiva y violenta.
El peor escenario ocurre en promedio 10 veces cada 40.000 años, en este los estragos llegarían hasta Cuautla, Juchitepec a oeste; la Ciudad de Cholula al este; hacía el norte sería detenido por el volcán Iztaccíhuatl y al sur a Zacuapán de Milpas y Huaquechula. Toda esta área que comprende los estados de México, Puebla y Morelos serían afectados por la lava, los flujos piroclásticos y el lodo los cuales destruirían todo a su paso por las altas velocidades a las que suelen viajar.

El número de desplazados sería incontable, así como el número de muertos no sólo directamente por la erupción del volcán, sino también por los daños colaterales de la tragedia como el desabasto de alimentos o la contaminación del agua.
(Fuente: hipertextual.com)
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