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viernes, 8 de mayo de 2015

Vean cómo la tierra se lo traga todo a su paso

Un vídeo grabado hace un mes en un lugar desconocido de Rusia, muestra cómo un escalofriante deslizamiento de tierras se lo traga todo a su paso.

El terremoto de Nepal y la erupción del volcán chileno Cabulco nos recuerdan que los fenómenos naturales se abren paso sin avisar entre el hormigueo de los pequeños asuntos cotidianos que casi todos los días rellenan los contenidos informativos. Y que nuestra tecnología aún no basta para que podamos neutralizar su amenaza o incluso aprovecharla en nuestro beneficio: se ha publicado que la energía liberada por el terremoto de Nepal fue de unos 100 megatones (100 millones de toneladas de TNT), lo que equivale a unos 420 petajulios, que a su vez se traducen en casi 117 millones de megavatios hora.

Es decir, suficiente energía para abastecer de electricidad a toda Noruega durante un año (115.600.000 megavatios hora consumidos en 2008). Y según el geólogo indio Harsh Gupta, el seísmo solo liberó un 5% de la energía acumulada en la región. Si algún día fuéramos capaces de evitar la devastación ocasionada por estos fenómenos y lográramos convertirla en energía utilizable, podríamos llegar a considerarnos una verdadera civilización.
Pero por el momento, la diferencia entre un fenómeno natural y una catástrofe natural depende sobre todo de los estándares de vida de la población a la que le toca sufrirlo. Esto resulta evidente cuando las cifras de muertos superan el punto de los miles, o de los cientos de miles como en el tsunami de 2004, pero también en los casos contrarios: el volcán Kilauea, en la Isla Grande de Hawái, lleva en erupción desde enero de 1983. Aunque mantiene una actividad tranquila sin explosiones bruscas, es probable que sus ríos de lava hubieran provocado graves desgracias en otros países menos desarrollados, donde seguramente habrían arrasado barrios de infraviviendas construidos en los terrenos más inseguros.
Aún peor es cuando los desastres no son cien por cien naturales, sino que vienen favorecidos por la propia actividad humana. Hoy traigo aquí un vídeo que se grabó hace un mes en un lugar desconocido de Rusia, sin más información de contexto, y que muestra cómo un escalofriante deslizamiento de tierras se lo traga todo a su paso, torres eléctricas, árboles y carretera, mientras el cámara anónimo desprecia el riesgo de que un posible brusco acelerón del corrimiento le acabe sepultando.
El vídeo fue recogido por el geólogo Dave Petley en su blog especializado en deslizamientos en la web de la Unión Geofísica de EE. UU. (AGU). El estudio del vídeo y los detalles aportados por otros usuarios permitieron a Petley concluir que se trata de un deslizamiento provocado por el vertedero de una mina en la región centro-sur de Siberia y del que no se ha informado oficialmente.




Según Petley, el deslizamiento de este tipo de terrenos viene favorecido por el deshielo, que da una consistencia viscosa al terreno, y fue una suerte que en este caso ocurriera durante el día y en una zona sin casas. En otras ocasiones, deslizamientos de residuos mineros han causado enormes tragedias. En 1966 la localidad de Aberfan, en Gales (Reino Unido), se vio sorprendida por 107.000 metros cúbicos de escombro de una mina de carbón que se encontraban peligrosamente apilados en las laderas cercanas. El derrumbe se cobró 144 víctimas mortales, con el agravante de que 116 eran niños; la escuela primaria fue uno de los edificios devorados por el derrubio.
En otros casos, los deslizamientos no cuentan con la colaboración directa de la acción humana, pero muchos no pueden elegir otra opción sino vivir en lugares marcados por la amenaza del desastre: en 1999 los desprendimientos en el estado venezolano de Vargas, propiciados por las fuertes lluvias, borraron del mapa poblaciones enteras. Ni siquiera se pudo determinar el número de víctimas; aunque se estimó en decenas de miles, solo pudieron recuperarse unos mil cuerpos. Más recientemente, en 2011, las lluvias torrenciales en el estado brasileño de Río de Janeiro provocaron avalanchas de barro que acabaron con la vida de casi mil personas.
Dejo aquí otro vídeo que recoge varios corrimientos de tierras capturados en directo por las cámaras. Las secuencias invitan a imaginar el terror que pueden producir estos fenómenos; cuando la tierra se descompone, es difícil concebir algo más parecido al fin del mundo.


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