Una de las grandes revoluciones tecnológicas de los últimos tiempos, que supone un avance en el tratamiento de enfermedades o en el mejor desarrollo del consumo, es para muchos un paso más hacia el control absoluto de la población.
Un siniestro plan que nos controlaría desde el nacimiento hasta nuestra muerte. Detallando cada uno de nuestros movimientos, enfermedades, vicios o hábitos. Tal es el eco que algún sector religioso ha comparado la señal que deja el implante del chip con la marca apocalíptica de la Bestia.
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