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lunes, 24 de diciembre de 2012


SANTA NAVIDAD
AÑO 2012
Hermanos en Cristo y la Madre Santísima:

Al celebrar el  acontecimiento que marca el Nacimiento del Salvador de la humanidad, no deseamos pasar indiferentes ante este Acto de Amor del Padre que anticipando el destino del hombre, envía a Su propio Hijo a nacer del Seno de una Mujer: de María Santísima.

Nos unimos a  Jesús Niño,  al Hombre Dios,  que siendo Rey  nació dando ya signos de Su vida futura. Nació en la humildad,  no en la opulencia, demostrándonos a todos Sus hijos que los humildes de corazón  son los que entran en el Reino de los Cielos.

Nos enseñó la humildad que le hizo llegar a desprenderse de Su familia en el sentido estricto de vivir la fraternidad con quien vive en la Voluntad de Su Padre.

Ese Niño que fue colocado en un pesebre de madera, anticipando la Cruz y el simbolismo que mantuvo cada hecho o acontecimiento de la vida de Jesús, que se sale de la mente del hombre, de la comprensión humana y lo supera…, un niño hijo de carpintero, que va aprendiendo cómo trazar una medida, cómo formar bases sólidas, cómo elaborar una silla para que sea fuerte y soporte el peso. Todo esto va a dar frutos. Luego cuando predica, dirá que no se puede construir sobre arena movediza y que la semilla no da fruto en terreno pedregoso.

La Madre lo mira y sabe en Su Corazón que este aprendizaje es para el mañana y Ella calla, guarda silencio, y palpita con Él,  en el palpitar del Corazón de Su Hijo.

La enternecedora escena  de la Madre amamantando a Su Hijo, al Rey de Reyes y Señor de Señores, sublima a esa Mujer, a María, a Miriam a la Llena de gracia, que le mira como Madre pero como Madre lo entrega y como Madre nos recibe a cada uno de nosotros.

En uno de los últimos mensajes, nos preguntan ¿saben qué festejan?...  ¿Qué? Diciéndonos claramente: “utilizan la conmemoración de Mi Nacimiento para continuar en la corriente de lo mundano”.

¿Hay conciencia de que estamos acercándonos aceleradamente, hacia la convergencia de las profecías? - No porque Dios sea un castigador sino porque la incongruencia de la vida humana ha transgredido la Misericordia Divina, que aunque no tiene fin, es justa; si no, no sería Divina.

Rogamos al Cielo por cada ser humano para que la Luz del Espíritu Santo encuentre terreno fértil, hombres de buena voluntad, dispuestos a aprender lo que aún nos falta… Sabemos que esos hombres aún existen. Sabemos de un Pueblo Fiel que está dispuesto a darlo todo, pero aún ese Pueblo Fiel necesita alimentarse de la tierra que mana leche y miel. De la Palabra Divina que por medio de los mensajes que se nos dan, como a niños de pecho, nos alimentan.

Que ese Jesús Niño atraiga a cada hombre, hacia la verdad, hacia el reconocimiento de que sin Cristo en nuestra vida y sin amarle en espíritu y verdad;  no somos nada.

Deseamos  a todos Paz, para que mediten y pidan al Cielo la fuerza para mantenerse en pie en medio de todo lo que se nos ha anticipado y que no se va a detener en estos instantes venideros.

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