SANTA NAVIDAD
AÑO 2012
Hermanos en Cristo y la Madre Santísima:
Al celebrar el acontecimiento que marca el
Nacimiento del Salvador de la humanidad, no deseamos pasar indiferentes ante
este Acto de Amor del Padre que anticipando el destino del hombre, envía a Su
propio Hijo a nacer del Seno de una Mujer: de María Santísima.
Nos unimos a Jesús Niño, al Hombre Dios, que
siendo Rey nació dando ya signos de Su vida futura. Nació en la humildad, no
en la opulencia, demostrándonos a todos Sus hijos que los humildes de corazón
son los que entran en el Reino de los Cielos.
Nos enseñó la humildad que le hizo llegar a
desprenderse de Su familia en el sentido estricto de vivir la fraternidad con
quien vive en la Voluntad de Su Padre.
Ese Niño que fue colocado en un pesebre de
madera, anticipando la Cruz y el simbolismo que mantuvo cada hecho o
acontecimiento de la vida de Jesús, que se sale de la mente del hombre, de la
comprensión humana y lo supera…, un niño hijo de carpintero, que va aprendiendo
cómo trazar una medida, cómo formar bases sólidas, cómo elaborar una silla para
que sea fuerte y soporte el peso. Todo esto va a dar frutos. Luego cuando
predica, dirá que no se puede construir sobre arena movediza y que la semilla no
da fruto en terreno pedregoso.
La Madre lo mira y sabe en Su Corazón que este
aprendizaje es para el mañana y Ella calla, guarda silencio, y palpita con Él,
en el palpitar del Corazón de Su Hijo.
La enternecedora escena de la Madre amamantando
a Su Hijo, al Rey de Reyes y Señor de Señores, sublima a esa Mujer, a María, a
Miriam a la Llena de gracia, que le mira como Madre pero como Madre lo entrega y
como Madre nos recibe a cada uno de nosotros.
En uno de los últimos mensajes, nos preguntan
¿saben qué festejan?... ¿Qué? Diciéndonos claramente: “utilizan la conmemoración de Mi Nacimiento
para continuar en la corriente de lo mundano”.
¿Hay conciencia de que estamos acercándonos
aceleradamente, hacia la convergencia de las profecías? - No porque Dios sea un
castigador sino porque la incongruencia de la vida humana ha transgredido la
Misericordia Divina, que aunque no tiene fin, es justa; si no, no sería
Divina.
Rogamos al Cielo por cada ser humano para que la
Luz del Espíritu Santo encuentre terreno fértil, hombres de buena voluntad,
dispuestos a aprender lo que aún nos falta… Sabemos que esos hombres aún
existen. Sabemos de un Pueblo Fiel que está dispuesto a darlo todo, pero aún ese
Pueblo Fiel necesita alimentarse de la tierra que mana leche y miel. De la
Palabra Divina que por medio de los mensajes que se nos dan, como a niños de
pecho, nos alimentan.
Que ese Jesús Niño atraiga a cada hombre, hacia
la verdad, hacia el reconocimiento de que sin Cristo en nuestra vida y sin
amarle en espíritu y verdad; no somos nada.
Deseamos a todos Paz, para que mediten y pidan
al Cielo la fuerza para mantenerse en pie en medio de todo lo que se nos ha
anticipado y que no se va a detener en estos instantes
venideros.
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