Un pueblo donde se extraen nitratos, ubicado en el desierto de Atacama, en Chile fue el escenario de este hallazgo «de otro mundo». El cuerpo, que solo poseía 15 centímetros de largo, pero con las proporciones de un adulto, se encontraba dentro de una bolsa, en un estante ubicado en una casa en dicha localidad.
El espécimen fue denominado Ata, posiblemente por el desierto de Atacama. Este ser era diferente a cualquier ser encontrado anteriormente. Fue analizado por un equipo de investigadores de California, quienes estudiaron su ADN. Los análisis revelaron que este ser tenía diversas mutaciones que probablemente fueron la causa de su muerte, y también podría explicar su procedencia «de otro mundo».
¿Un tipo diferente de humano?
Según las observaciones realizadas, Ata tenía una cabeza puntiaguda y largas extremidades, con placas de crecimiento posiblemente fusionadas. La forma en que las placas se fusionaron indicaban que Ata probablemente vivió hasta los 6 u 8 años. Sin embargo, esto generó un nuevo debate: ¿cómo era posible que pudiera sobrevivir tantos años a pesar de tener estas mutaciones?
¿Extraterrestre?
Como es lógico y debido a su aspecto, lo primero que las personas pensaron al observar este ser era que no pertenecía a nuestro mundo.
Garry Nolan, microbiólogo e inmunólogo de Stanford, dijo en un comunicado:
Lo primero que la gente pensó fue que se trataba de un extraterrestre. Y puedes encontrar historias de personas pequeñas de todo el mundo. Todo, desde duendes a hadas y alienígenas”.
En el año 2012, Nolan integró un equipo que mapeó el 92 por ciento del ADN de Ata y descubrió que era humano.
Aquí vino otro debate: ¿y el resto del ADN, el 8 por ciento, podría ser extraterrestre? es decir, un híbrido.
Lógicamente, surgieron teorías referidas a un cruce entre humano y extraterrestre, lo que Nolan calificó como absurdo.
Crédito: Bhattacharya S. et al
Nuevos descubrimientos
Nolan y su equipo querían conocer más del ADN del enigmático ser. En un nuevo análisis, sacaron una pequeña pieza del frente de las costillas y obtuvieron 12 microgramos, que Nolan describe como una cantidad enorme. En sus palabras: «una bonanza de ADN para analizar».
Los investigadores lograron mapear el ADN y lo compararon con otras personas y sus rasgos, lo que les permitió saber lo que pudo haberle sucedido a Ata. En este paso vinieron grandes revelaciones; descubriendo que era femenino, y que probablemente murió antes o poco después del nacimiento.
Además, hallaron que sufría de escoliosis, enanismo y otros trastornos óseos. Ella también tenía turricefalia, lo que hace que el cráneo se crezca hacia arriba y con forma puntiaguda. Ella también tenía mutaciones en los genes asociados con la displasia craneodérmica y la displasia esquelética de Greenberg.
Aunque parece imposible que tantas complicaciones puedan presentarse en una persona, Nolan dice que es posible y que no fue una coincidencia que un niño tuviera todas estas deformidades diferentes.
El equipo que estuvo a cargo de esta investigación publicó los resultados en la revista Genome Research.
Ata en la actualidad
Ata ahora se encuentra en los establecimientos de un propietario privado en España, y ninguna autoridad ha exigido que sea devuelto al desierto. Sin embargo, Nolan cree que lo correcto hubiera sido entregarlo a las autoridades chilenas, teniendo en cuenta que fue una persona, y no un simple objeto de colección.
Ahora, muchos se preguntan si Ata fue una víctima de la minería de nitratos en la localidad donde nació y creció. ¿Otros humanos han podido verse afectados? Solo nuevas investigaciones podrían dar una respuesta más clara a estas nuevas interrogantes.
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