Un estudio demuestra que las próximas olas de calor aumentarán en temperatura, persistencia y frecuencia en los próximos 20 años. La ola de calor del verano 2015 tuvo una magnitud inferior a la esperada, no logrando superar a
Científicos han desarrollado un nuevo método para modelar la magnitud de las olas de calor que tiene en cuenta tanto su duración como su intensidad. Los investigadores, cuyo trabajo se detalla en un artículo publicado este viernes en ‘Environmental Research Letters’, han demostrado que es probable que las olas de calor aumenten tanto en severidad como en número durante las próximas dos décadas.
“Incluso si las temperaturas medias globales no se elevan demasiado, vamos a ver eventos de calor más extremos“, explica Simone Russo, uno de los autores del trabajo, con base en el Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, en Ispra, Italia. “Estos serán más calientes, más largo y más frecuentes”, afirma.
La nueva métrica ideada por estos expertos -‘Heat Wave Magnitude Index daily’ (HWMId)–indica que una ola de calor poco estudiada en Finlandia en 1972 tuvo la misma extensión y magnitud que la ola de calor de 2003 en Europa, que se consideró la segunda ola de calor más fuerte desde 1950. También propone una mejora del índice existente utilizado para cuantificar las olas de calor, que no pondera “peor” eventos más calientes que el máximo histórico que los eventos igual al máximo histórico.
“Hemos introducido una función matemática simple –detalla Russo–. También consideramos eventos infinitamente más calientes que los máximos históricos, que pensamos que va a ser muy útil para otros científicos en este campo“. -Además, los investigadores también consideraron el clima cálido de 2015 y lo compararon con las diez mejores olas de calor en Europa desde 1950.
La ola de calor del verano 2015 tuvo una magnitud inferior a la que se produjo en el verano de 2003, pero fue comparable a otras olas de calor. “Sus mayores anomalías [más altas que la temperatura media] y la duración se registraron en Suiza en julio y Alemania en agosto –relata Russo–. Su extensión espacial era comparable a una ola de calor que se produjo en Grecia en 2007, una en Europa Central en 1994 y una en Escandinavia el año pasado”.
Russo y sus colegas están ahora debatiendo sobre la adopción del nuevo modelo en la literatura internacional. Su siguiente trabajo será considerar implicaciones más amplias de las olas de calor sobre la salud, los cultivos y las finanzas. El estudio se ha publicado en Environmental Research Letters.
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