El presidente Barack Obama se ha referido al Estado Islámico como "el rostro de la maldad" pero él está ahora bajo presión de parte de aquellos que dicen que él no está haciendo lo suficiente para derrotarlo. Algunos insisten en que un ataque contra Francia fue un ataque contra la OTAN y que es tiempo de irse a la guerra.
El papa Francisco indica que Occidente ya está en guerra… una especie de “tercera guerra mundial”. Si el papa está en lo correcto, ¿acaso eso no exige una respuesta más severa? ¿Acaso no terminó ya el tiempo para las advertencias?
Pero solo un tonto confundiría precaución con debilidad. Por el contrario, para derrotar al enemigo tenemos que comprender por completo quién es el enemigo, qué quieren y qué tipo de conflicto es el conflicto en el que estamos involucrados aquí. Hay buenas razones para proceder con suma cautela.
Aclaremos algo: efectivamente, en este momento estamos en guerra contra ISIS. Una coalición liderada por Estados Unidos ha estado bombardeando objetivos en Siria e Iraq durante más de un año, y en los meses recientes, Rusia ha estado haciendo lo mismo. Qué tan bien ha funcionado es algo que se discute: Obama, de manera retórica, ha cambiado sus objetivos de aplastar a ISIS a contenerlo.
No obstante, a finales de la semana pasada hubo señales de éxito. Los kurdos tomaron Sinjar, un área estratégicamente significativa al norte de Iraq. Mohammed Emwazi, un despiadado asesino y activista, fue probablemente asesinado en una ofensiva con un drone. París obviamente ha eclipsado las noticias de estos grandes avances.
¿Contra quién o contra qué luchamos? ISIS es diferente de al Qaeda, el grupo detrás del 9/11. Este último operó como una alianza de células esparcidas por todo el mundo; ISIS, por el contrario, busca crear un espacio geográfico dentro del cual quiere construir un califato. El cambio de estrategia quizás explica por qué ISIS ha sido incluso más exitoso que al Qaeda al atacar muchos objetivos extranjeros con muy diversos métodos… desde Sinaí hasta Beirut y París.
El califato de ISIS ofrece refugio a decenas de miles de yihadistas extranjeros: ellos vienen, entrenan y luego muchos regresan a casa para crear caos. El califato también proporciona dinero y el estímulo moral de tener un “paraíso” terrenal por el cual luchar. En su ensayo pionero acerca de las motivaciones detrás de ISIS, Graeme Wood describe a un reclutador de ISIS que se refiere a ISIS como “un vehículo para la salvación”.
Sus combatientes están obsesionados con difundir el islam en su forma más primitiva (o como ellos interpretan que ha sido, puesto que el califato primitivo era mucho más amable) y creen que la mayoría de los demás musulmanes se han salido de ese modelo… uno que incluye el uso de la crucifixión y la esclavitud. En tanto que al Qaeda se ha limitado a sí misma a objetivos políticos comparativamente racionales, como expulsar a los occidentales de la península arábiga, ISIS desea provocar el apocalipsis. No es nihilista. Este es profundamente –sino es que retorcidamente– religioso y tenemos que aprender a tomar su forma de religión seriamente.
La buena noticia es que ISIS está aislado. Aplicar la frase “guerra mundial” aquí es inútil porque esta evoca imágenes de estados nación rivales y de igual tamaño involucrados en una guerra total. Pero mientras que el alcance de ISIS es a nivel mundial, este no tiene el mando de un apoyo considerable más allá de sus límites cambiantes. Mientras tanto, la alianza en su contra es una de las más grandes y diversas en la historia, incluyendo Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, Rusia e Irán.
El dinero saudí puede haberlo apoyado una vez, pero el estado saudí ahora se opone. De hecho, la maldad extrema de ISIS nos lleva a visualizar muchas de las agendas políticas regionales bajo una luz diferente. Irán, por ejemplo, sin duda está exportando su régimen teocrático a otros países. Pero este no desea el fin del mundo. El régimen es asesino y debe ser contenido. Pero puede estar comprometido.
La complejidad de la política mundial islámica destaca otros aspectos de este conflicto: este no puede ser resuelto completamente por la fuerza de las armas. ISIS ha explotado la insatisfacción sunita con el gobierno dominado por los chiítas en Bagdad. Esto puede significar que Iraq, como un todo, tiene que ser dividido para trabajar. Turquía probablemente tiene que complacer los deseos kurdos en cuanto a una patria. Además, lo más importante de todo, Bashar al-Assad, el dictador de Siria, tendrá que abandonar el escenario.
No puede existir un gobierno constructivo en Siria hasta que haya ley, orden y elecciones democráticas que legitimen adecuadamente los partidos de oposición. Si nosotros le damos a los rebeldes la impresión de que Occidente desea forzar a Assad en contra de ellos de nuevo, ellos también nos resistirán.
Finalmente, existe la pregunta de cómo manejaremos la presencia islámica dentro de Europa misma. Esto es, en parte, un asunto del mejoramiento de las medidas de seguridad y asegurar que los repatriados de Siria no simplemente desaparezcan entre la multitud. También existe una crisis de refugiados que se necesita confrontar. Pero mientras que las presiones demográficas y los problemas de seguridad por permitir a cientos de miles de personas cruzar Europa tienen que ser abordados de una manera firme, no hay escape del hecho de que una gran parte de la población de la Unión Europea, ya establecida, ahora es islámica.
Además, la manera en que nosotros le respondamos a ISIS tiene consecuencias en cuanto a las relaciones interreligiosas. Algunos políticos estadounidenses han sugerido una prueba religiosa para los refugiados que buscan acceso a Estados Unidos. Esta clase de prejuicios retóricos se suma a la falsa sensación de que esto es un enfrentamiento estilo guerra mundial entre musulmanes conservadores por un lado y las democracias cristianas en el otro. También es anticristiano y cruel. Por otra parte, mientras los estadounidenses podrían temer a la islamización como un concepto existencial, acá en Europa tenemos la experiencia real de vivir con musulmanes… y puedo informar que la vida es fácil.
Los musulmanes son nuestros amigos, nuestra familia y nuestros compañeros de trabajo. Ellos temen y desprecian a ISIS tanto como cualquier otra persona. Y aquellos de nosotros en el centro del terreno de la política europea estamos decididos a no enemistarnos ni discriminar a los ciudadanos que son 100% británicos, franceses o alemanes.
Por supuesto, es igualmente irritante ver a los políticos quienes parecen aconsejar no hacer nada y a los occidentales hiriéndose a sí mismos porque creen que sus países son culpables de toda la maldad en el mundo. ISIS representa a la maldad… una maldad real y concreta. Debe ser detenido. Pero debemos proceder cuidadosamente, con un magnífico plan de juego y con el deseo de construir regímenes árabes justos y representativos que duren. El legado de palabras o acciones unilaterales mal elegidas está ahí para que todos lo vean.
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