Ha estado encendida por más de 40 años luego de que científicos soviéticos le prendieron fuego para quemar el exceso de gas
Las espectaculares imágenes de George Kourounis muestran su descenso a unos 100 pies hacia el cráter, en medio de temperaturas extremas de hasta 1,000 grados centígrados. El explorador se animó a caminar a través de la superficie.
El canadiense fue parte de la primera expedición a la fosa que se encuentra en Turkmenistán y que es denominada la “Puerta al Infierno”. Permaneció en el lugar unos 15 minutos, protegido por un equipo especial, y tomó algunas muestras.
Cuando Kourounis, natural de Toronto, Canadá, oyó un rumor de que el gobierno de Turkmenistán estaba planeando extinguir las llamas, decidió visitar el lugar. Así, pudo completar el reto en noviembre del 2013. Las muestras que recogió permitieron descubrir una bacteria presente en el lugar, a pesar del ambiente cálido, rica en metano.
En 1971 unos científicos rusos estaban haciendo prospecciones en busca de petróleo en el desierto de Karakum, en Turkmenistán, cuando el suelo se hundió bajo la torre de perforación que estaban usando para estudiar una cueva llena de gas natural.
Esto formó un cráter de más de 70 metros de diámetro y unos veinte de profundidad, y para evitar que la fuga de gas pusiera en peligro a las poblaciones cercanas en su momento pareció una buena idea prenderle fuego para asegurarse de que se consumiera in situ.
Sólo que el cráter en cuestión, al que los lugareños han terminado por bautizar «la puerta del infierno», lleva ardiendo desde entonces y nadie se atreve a predecir cuándo parará. Eso sí, se ha convertido en toda una atracción turística a pesar del pestilente olor a azufre que lo rodea.
Y es que resulta que el desierto de Karakum posee una de las mayores reservas de gas natural del mundo.
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