“El nivel de radiación de Tokio es comparable al de Londres, París y Nueva York, y también al de Buenos Aires”, aseguró hace un mes el presidente del Comité Olímpico Japonés, Tsunekazu Takeda, para minimizar el ’efecto Fukushinma’ antes de la elección de la sede de los JJOO del 2020. Y tan contundente frase pareció convencer a los miembros del COI, que el pasado 7 de septiembre eligieron a la capital nipona por delante de Estambul y Madrid.
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