La descomunal erupción está clasificada como una de las más poderosas y puede repetirse, esta vez dirigida hacia nuestro planeta
En los últimos días, el Sol, que es el objeto más cambiante de nuestro Sistema Solar, ha presentado grupos importantes de manchas, que incluso se pueden ver a simple vista con filtros especiales solares (Nunca mire al Sol directamente sin la protección adecuada).
Las manchas solares son regiones más frías de la superficie solar, “tapones” que impiden que fluya hacia la superficie el plasma solar, además de ser poderosos campos magnéticos. Las erupciones solares se clasifican como A, B, C, M o X, ello dependerá de la intensidad de los rayos X. Una erupción “B” es 10 veces más potente que una “A”, mientras que una “C” es 10 veces más potente que una “B” y así sucesivamente. Cada letra se subclasifica del 1 al 9, dependiendo de la potencia. La última erupción solar fue clasificada como X 1.1.
Las erupciones X pueden llegar más allá de X 9, como es el caso de las X20 (como la del 16 de agosto de 1989 o la del 2 de abril de 2001). Pero no son comparables con la que se produjo el 4 de noviembre de 2003, alcanzando la clasificación de X 4.0. La más potente de todas ellas ocurrió en 1859, aunque no se pudiera medir, pero quedaron restos de evidencia de ello en los hielos de Groenlandia. Fue denominado Evento Carrington, una tormenta solar que afectó al campo magnético y a nuestra atmósfera y a las incipientes telecomunicaciones de la época, en este caso el telégrafo. Auroras boreales y australes se pudieron ver prácticamente desde todo el planeta.
Aunque la erupción solar de hace dos días no puede ser comparada con el Evento Carrington, ha sido de una potencia poco frecuente. Además, se puede volver a producir, ya que el grupo de manchas solares está llegando a su apogeo, de tal forma que sigue desarrollando una gran actividad.
Cuando este grupo de manchas, once veces mayor que la Tierra, eyectó parte de la masa solar, aún estaba muy escorado, es decir, cerca del limbo solar, pero a medida que pasan los días, el grupo comienza a mirar hacia nuestro planeta por la propia rotación del Sol.
Las tormentas solares son un gran riesgo para la Tierra, esencialmente para las telecomunicaciones. Una tormenta solar, como la que ocurrió con el Evento Carrington, apagaría las telecomunicaciones en nuestro planeta, de tal forma que muchos lugares del mundo se quedarían sin luz, sin coberturas de teléfono y sin Internet.
A pesar de que existen varias sondas en el espacio y telescopios terrestres que siguen la actividad del Sol cada momento, es imposible poder defendernos de un Sol furioso. Y esto ocurre cada 11 años, en un ciclo que hace que el Sol se llene de actividad, de manchas, de erupciones y enviando tormentas solares.
Dependemos del campo magnético terrestre y de nuestra atmósfera. Pero aún con nuestro campo magnético a pleno rendimiento, una gran tormenta solar podría ser catastrófica aplastándolo y contrayéndolo, y se sabe que el campo magnético varía de intensidad con el tiempo, en ocasiones se invierte la polaridad y es entonces cuando estamos sin protección.
En la actualidad, el campo magnético se está reduciendo 10 veces más rápido de lo normal, por lo que los científicos predicen que se está llevando a cabo una fase de inversión de la polaridad, aunque ello puede tardar mucho tiempo. Un cambio de polaridad dura unos 100 años.
Cada ciclo solar es diferente, los hay más tranquilos y más inquietos. Lo cierto es que el Sol es el gran desconocido de nuestro sistema planetario. Solo llevamos estudiándolo desde 1611, cuando Galileo descubrió las primeras manchas solares. Pero resulta que el Sol tiene unos 5.000 millones de años, con lo cual, no sabemos casi nada de él. Desconocemos si tiene otros ciclos de actividad más prolongados en el tiempo y mucho más potentes que el ciclo de 11 años.
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