Posiblemente, el mayor peligro que entraña la práctica de la Ouija, es lo sencillo que resulta acceder a ella. Cualquiera puede hacerlo. Por tal motivo, potencialmente todos podemos convertirnos en "practicantes" de este popular juego. Sin embargo, creo que podríamos establecer y agrupar tres tipos distintos de motivaciones que inducen a este tipo de experiencias.
Personalmente, me decanto por una etiología psíquica del fenómeno. Y al decir psíquica, también me refiero con ello, a que se produzca una sintonización con ese "almacén de información" que es el "inconsciente colectivo" de la humanidad. Pero independientemente de valoraciones personales, es evidente que la Ouija puede entrañar algunos contenidos peligrosos. Para quienes aceptan la hipótesis "espiritista", ven tales riesgos, en una presunta vinculación con entidades desencarnadas.
Según esta creencia, al practicar la "Ouija" abriríamos las puertas hacia otras dimensiones cercanas a la nuestra, pero a su vez imperceptibles. Siempre siguiendo con esta hipótesis, en muchas ocasiones, quienes se comunicarían con nosotros, serían seres que en ocultismo reciben el nombre de "bajos astrales" o "cascarones". Es decir, "entidades" poco evolucionadas y muy aferradas todavía al mundo físico; o bien "espíritus sin luz" o "almas en pena" que quieren manifestar su estado de "angustia" al mundo de los vivos. Con la práctica de la Ouija, sus participantes podrían verse afectados por las energías negativas de las que son portadoras tales "entidades". Muchos creen, incluso, que en ciertos casos, hasta podría hablarse de "posesiones" de alguno de los participantes por algún tipo de entidad maligna.
Pese a todo lo anterior, creo que los mayores peligros que entraña la práctica de la Ouija, son los que tienen relación con los aspectos psicológicos y emocionales de los participantes. La Ouija posee un alto grado de atracción; ello, es indudable. Nos abre las puertas a unos universos desconocidos, sean estos "interiores" o "exteriores"; y ello siempre puede aportar una cierta fascinación. Personas inmaduras, sugestionables, ansiosas, o simplemente que estén atravesando un mal momento en sus vidas, son un "caldo de cultivo" excelente, para que la adicción haga acto de presencia.
Por ello, nunca nos debemos obsesionar con tal práctica, ni con los mensajes. No creamos a pies juntillas todo lo que se nos trasmite a través de sus comunicados. Cuidado con las medias verdades, a veces son más peligrosas que las mentiras. En muchas ocasiones, los participantes solo se acuerdan de aquellas cosas trasmitidas con cierta coherencia y consideradas como "verificables"; pero se hace caso omiso de muchas imprecisiones, ambigüedades y datos contradictorios.
Por otro lado, nunca la deben practicar personas con componentes psicológicos obsesivos. Cualquier mensaje en forma amenazante o catastrofista hacia ellos, puede desembocar en trastornos neuróticos difíciles de superar. No creo que la práctica con la Ouija pueda generar ningún proceso psicopatológico. Pero, si activar ciertos desequilibrios subyacentes, dentro del individuo. Puede destapar contenidos inconscientes y desarrollar una problemática psíquica que hasta ese momento permanecía latente, aunque oculta y ajena a la conciencia del individuo.
Sé, que para quienes han perdido a alguien allegado, la práctica de la Ouija puede convertirse en un consuelo que puede hacer más llevadero los instantes de intenso dolor. Pero no es el momento más oportuno para ser objetivos. En estos casos, la necesidad de creer puede nublar nuestro espíritu crítico. En dicho estado, donde la afectividad y el equilibrio emocional están afligidos, es el momento menos propicio para realizar este tipo de prácticas.
Personalmente creo, que la única finalidad que se le debe otorgar a la práctica de la Ouija, es la de la investigación. Pero siempre que ésta se elabore aportando nuestro más puro espíritu analítico. Practiquémosla con una persona especializada y con experiencia; pero además sensata y equilibrada.
Rehuyamos de quien ya de antemano, estén predispuestos a creer fehacientemente todo lo que se comunica. Solo la necesaria racionalización ante este tipo de experiencias puede protegernos de sus riesgos. La desconfianza nunca sobra en estos casos. La prudencia tampoco. El espíritu crítico es imprescindible. Y la única motivación válida para practicar la Ouija, es en mi opinión, la aptitud investigadora.
Y no importa, que nos posicionemos a favor o en contra de un contacto con el Más Allá. No importa que aceptemos la hipótesis espiritista o la mecanicista. Porque incluso descartando que sean entidades ajenas a nosotros, las promotoras de los mensajes, la Ouija puede depararnos también considerables peligros. Y es que, muchas veces, a los "fantasmas" que más hay que temer, son los que se albergan en nuestro interior.
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