Para los mayas los procesos cósmicos son cíclicos y nunca cambian.
Lo que cambia es la consciencia del hombre que pasa a través de ellos, siempre en un proceso hacia la perfección.
Estamos en el último peldaño o Katún de nuestro actual Ciclo Solar, en el que se realizará una sincronización de tiempos y que concluirá el sábado 22 de diciembre de 2012, con el que entraremos en un nuevo Día Galáctico.
Para entonces la humanidad deberá escoger entre desaparecer como especie que atenta contra el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con el Universo en una nueva Era de Luz.
Todos nosotros, de una manera u otra, sentimos que estamos comenzando a vivir los tiempos del Apocalipsis. Todos sentimos la guerra. Cada día hay más erupciones volcánicas, la polución generada por nuestra tecnología se ha vuelto alarmante. Hemos debilitado la capa de Ozono que nos protege de las radiaciones del Sol. Hemos contaminado el planeta con nuestros desechos industriales y basuras. La devastación de los recursos naturales esta acabando con las fuentes de agua, con el aire que respiramos. El clima ha cambiado y las temperaturas han aumentado de manera impresionante; los glaciares y nevados se derriten, grandes inundaciones se suceden en todo el mundo. Enormes tornados pusieron en peligro a Florida y gigantescos huracanes devastaron a Centroamérica.
Nos amenaza el caos informático. La pobreza generalizada por los efectos del caos económico se sienten en casi todos los países del mundo. Todos buscamos respuestas y un camino seguro para los tiempos que vivimos. Reconocemos, a partir de los problemas que enfrentamos a diario, que no estamos viviendo en armonía.
Muchas religiones elaboraron profecías acerca de lo que esta pasando. La Biblia anunció que cuando todos estos hechos sucedieran al mismo tiempo estarían llegando los tiempos del Apocalipsis. Los mayas sabían que esto iba a suceder exactamente en estos tiempos, por eso dejaron unas guías para que cada uno de nosotros de manera individual contribuya a llevar a la humanidad hacia el Amanecer de la Galaxia, a una nueva Era en la que no habrá más caos ni destrucción.
Nos dejaron siete profecías en las que hablan de sus visiones del futuro, de nuestro presente. Están basadas en las conclusiones de sus estudios científicos y religiosos sobre el funcionamiento del Universo.
La primera profecía habla del final del miedo. Dice que nuestro mundo de odio y materialismo terminará el SÁBADO 22 DE DICIEMBRE DE 2012, que para ese día la humanidad deberá escoger entre desaparecer como especie pensante que amenaza con destruir el planeta o evolucionar hacia la integración armónica con todo el Universo, comprendiendo que todo esta vivo y consciente, que somos parte de ese todo y que podemos existir en una nueva Era de luz.
La primera profecía dice que a partir de 1999 quedaban 13 años, sólo 13 años para realizar los cambios de consciencia y actitud de los que nos hablan. Los mayas sabían que nuestro Sol, ellos lo llamaban Kinich-Ahau, es un ser vivo que respira y que cada cierto tiempo se sincroniza con el enorme organismo en el que existe. Al recibir un chispazo de luz del centro de la galaxia brilla más intensamente, produciendo en su superficie lo que nuestros científicos llaman erupciones solares y cambios magnéticos. Ellos dicen que esto ocurre cada 5.125 años; que la Tierra se ve afectada por los cambios en el Sol mediante un desplazamiento de su eje de rotación. Predijeron que a partir de este movimiento se producirían grandes cataclismos. Para los mayas los procesos universales, como la respiración de la galaxia, son cíclicos y nunca cambian. Lo que cambia es la consciencia del hombre que pasa a través de ellos, siempre en un proceso hacia más perfección.
Basados en sus observaciones, los mayas predijeron que a partir de la fecha inicial de su civilización, desde el 4 Ahau 8 Cumku, es decir, desde el año 3113 aC, 5.125 años en el futuro, o sea, el SÁBADO 22 DE DICIEMBRE DE 2012, el Sol, al recibir un fuerte rayo sincronizador proveniente del centro de la galaxia, cambiará su polaridad y producirá una gigantesca llamarada radiante. Para entonces la humanidad debe estar preparada para atravesar la puerta que nos dejaron los mayas, trasformando a la civilización actual basada en el miedo en una vibración mucho más alta de armonía.
Pero solo de manera individual se puede atravesar la puerta que permite evitar el gran cataclismo que sufrirá el planeta para dar comienzo a una nueva Era, un Sexto Ciclo del Sol. Los mayas aseguraban que su civilización era la quinta iluminada por el Sol, Kinich-Ahau, el gran Quinto Ciclo Solar. Antes habían existido sobre la tierra otras cuatro civilizaciones que fueron destruidas por grandes desastres naturales. Creían que cada civilización es sólo un peldaño en el ascenso de la consciencia colectiva de la humanidad.
Para los mayas, en el último cataclismo la civilización había sido destruida por una gran inundación -¿el Diluvio Universal de la tradición judeo-cristiana?- que dejó unos pocos sobrevivientes de los cuales ellos eran sus descendientes.
Pensaban que al conocer el final de esos ciclos, muchos seres humanos se preparaban para lo que verían y que gracias a eso habían logrado conservar sobre el planeta a la especie pensante, el hombre. Nos dicen que el cambio de los tiempos permite ascender un peldaño en la evolución de la consciencia, dirigirnos hacia una nueva civilización que manifestará mayor armonía y comprensión para todos los seres humanos.
Desde 1992 la humanidad entraría en un último período de grandes aprendizajes, de grandes cambios. Dijeron que nuestra propia conducta de depredación y contaminación del planeta contribuiría a que estos cambios ocurrieran. Cambios que van a suceder para que comprendamos cómo funciona el Universo y avancemos hacia niveles superiores, dejando atrás el materialismo y liberándonos del sufrimiento.
Casi mil años antes que las civilizaciones contemporáneas de su época, los mayas dominaban un sistema numérico binario exponencial, (el mismo que utiliza la naturaleza, en la división de las células) con base en el número 2, contando de a 20.
Ya 500 años antes de los árabes, utilizaban el concepto del 0, y su calendario que sincroniza al sol, la luna y la tierra con el universo, es más exacto que el que utilizamos actualmente. Es más, sus medidas astronómicas probaron ser tan exactas, que comparándolas con las medidas tomadas por la NASA son apenas diferentes en milésimas de segundo; por ejemplo: Según los mayas, la rotación completa de la tierra alrededor del sol es de 365,2420; mientras que la NASA lo mide en 365,2422.
Estos increíbles astrónomos midieron incluso la rotación de nuestro sistema solar en la galaxia, lo que corresponde a 25.625 años. Ellos fueron capaces de medir una rotación estelar de 25.000 años.
Sin embargo, lo más importante que han dejado los mayas, han sido sus avisos a la humanidad futura. Los mayas nos dicen que desde el centro de la galaxia, cada 5.125 años, surge un “rayo sincronizador”, que justamente sincroniza al sol y a todos los planetas, con una poderosa emanación de energía.
En la rotación completa del sistema solar en la galaxia, ellos hacían una división de dicha elipse en dos, con una fracción cada una de 12.812 años, llamando a la fracción más cercana al centro de la galaxia, Día, y a la parte más alejada del centro; Noche, tal cual se divide en día y noche en la Tierra.
A su vez, dicha elipse era partida en cinco períodos de 5.125 años: los cuales eran: Mañana, Mediodía, Tarde, Atardecer y Noche. Según los mayas, justamente en nuestro nuevo milenio, estaremos ingresando en la mañana galáctica, y es marcada por el rayo sincronizador desde el centro.
Ahora bien, en el año 1998, la NASA descubrió que desde el centro de la galaxia, comenzó a emitirse enormes cantidades de energía… ¿mera coincidencia? Los mayas nos dicen que el período intermedio al traspaso, dura 20 años, y ellos lo llaman “El tiempo del No-Tiempo”, en donde ocurren grandes cambios. Es allí cuando debemos ser capaces de transformarnos, puesto que será nuestra decisión seguir como humanidad.
Esta transformación implica algo tan profundo como la elección de evolucionar. Energéticamente, concientemente, completamente. Los datos científicos recopilados antes del cambio de milenio respaldan esto.
Veamos cómo:
En septiembre de 1994, todas las líneas magnéticas terrestres sufrieron disturbios, disminuyendo y moviéndose; lo cual ocasionó que muchas ballenas encallaran, y pájaros en migración se perdieran. Incluso en los aeropuertos, debieron reimprimirse mapas, y los aviones debieron aterrizar manualmente.
En 1996, Soho, el satélite enviado a estudiar al sol, descubrió que nuestra estrella ya no tenía polo norte y/o sur, se había convertido en un solo campo magnético, las polaridades se homogeneizaron.
En el mismo año, se produjo un “bamboleo” magnético que ocasionó que nuestro Polo Sur, en un solo día, se moviera 17º de su posición, comportándose erráticamente.
En 1997, ocurrieron grandes tormentas magnéticas provenientes del sol, que incluso destruyeron satélites orbitando la Tierra.
Según las mediciones comparadas, la tierra se ha acelerado y ha perdido gran parte de su energía magnética, ya que en 1996, teníamos 4 Gaus, y en 1999, había disminuido a 1.5 Gaus. La aceleración de la frecuencia vibratoria terrestre se demuestra en que en 1997, la frecuencia era de 7.8 Hz, mientras que en 1999 se elevó a 11.5 Hz.
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