El código secreto de la Biblia III es una última advertencia. Son las predicciones que necesitamos para sobrevivir.
El Armagedón no es un mito sobre otro mundo, sobre un tiempo lejano, sobre una última batalla imaginada; no son las palabras de un sermón, ni los cuentos de un viejo libro.
Es aquí y ahora, y no hace falta ser religioso para saberlo. No aparece únicamente en la Biblia o en su código. Está en los titulares de portada de cada periódico y en las imágenes de cada pantalla de televisión.
No obstante, el subtitulo de este nuevo libro es «La predicción final».
Esto se debe a que nos encontramos en un momento crítico de la historia de la humanidad: si nuestro mundo no estuviera en peligro, no habría necesidad de salvarlo, pero ninguno de dichos peligros debe convertirse en nuestra realidad.
El código de la Biblia nos relata todos nuestros futuros posibles, no un futuro predeterminado. Las predicciones son advertencias que nos permiten evitar los peores peligros a los que nos enfrentamos. Nosotros decidimos.
En todas las religiones hay unos cuantos fanáticos que interpretan mal los textos antiguos, no como profecías, sino como órdenes para matar, destruir o incluso provocar el fin del mundo, en nombre de Dios.
Al Qaeda es el ejemplo más evidente. Sin embargo, fue Osama Bin Laden, y no el islam, el que provocó el 11 de septiembre.
Nuestra mejor arma contra todos los fanáticos es la verdad. Sólo podemos impedir aquellos peligros que previamente reconocemos.
Algunas personas me han instado a que no diga lo que predice el código de la Biblia, como si quedándonos callados pudiéramos permanecer seguros. Pero la historia muestra lo contrario. Negar el peligro real es lo que lleva al desastre.
No podemos esperar a que nos caiga un milagro del cielo. Puede que el código de la Biblia sea el milagro que necesitamos, toda la ayuda que vamos a tener. Y se trata de un milagro que la ciencia moderna ha probado como cierto.
Soy laico, así que considero que la predicción del futuro, las noticias redactadas tres mil años atrás, es un fenómeno que aun no comprendemos del todo.
No soy más que un adivino reacio, un periodista que ha descubierto que el código acierta bastante más a menudo que yo.
Tengo dos certezas. El código es real y, por tanto, lo ignoramos bajo nuestra propia responsabilidad. Lo que hagamos con el determinara nuestro destino.
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