La lista de lagos que están desapareciendo ante nuestros ojos crece, asevera el geólogo Konstantín Ranks, que analiza las razones de este desastre natural.
Mientras que algunos países del planeta están quedando sumergidos a causa de la subida del nivel del mar, los lagos sufren el drama opuesto y desaparecen ante nuestros ojos.
Un ejemplo reciente es el Poopó, el segundo lago más grande de Bolivia, que ahora se ha convertido en un enorme salar. Aparte de ser una tragedia para los habitantes de la región, la desaparición del lago es una “sombría predicción del futuro de muchos lagos del mundo”, estima en su nuevo artículo para el portal Slon el geólogo y periodista Konstantín Ranks, que analiza las principales causas de este fenómeno.
Según Ranks, los expertos ven dos razones principales para la ‘muerte’ generalizada de lagos: el aumento del consumo de agua por parte de los humanos y el cambio climático.
En el caso del Poopó, su desaparición ha sido producto de la contaminación minera y una sequía sin precedentes. “El cambio climático ha provocado un aumento de la temperatura media del aire y la disminución de precipitaciones, también en las montañas, y en consecuencia una disminución de las aportaciones de agua, que además ha sido utilizada por plantas de procesamiento”.
Un proceso desastroso y difícil de frenar
Otro caso tristemente famoso es la tragedia del mar de Aral, en Asia Central, que en solo 50 años pasó de ser uno de los lagos más importantes del planeta a convertirse en un desierto.
Un destino similar es el que podrían correr el lago Hongjiannao, en el norte de China; el Urmía, en Irán, o el lago Chad, en África. Respecto a este último, el autor del artículo destaca que se trata de un problema que afecta a varias naciones a la vez, al estar situado este lago en la frontera entre Chad, Níger, Nigeria y Camerún, lo que crea una cierta tensión entre los Estados de la región.
“En todo el planeta, la lista de lagos que desaparecen ante nuestros ojos está aumentando”, lamenta el geólogo, que advierte que “hoy en día nos enfrentamos a un mecanismo muy peligroso, que es fácil de iniciar, pero muy difícil de frenar, incluso con la ayuda de todas las capacidades modernas de nuestra civilización”.
“Los lagos no solo son grandes masas de agua: se formaron como resultado de cierto equilibrio natural que permite que millones de personas disfruten de los beneficios de la naturaleza. Sin embargo, estas mismas personas pueden iniciar procesos que destruyen este equilibrio“, concluye el experto.
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