El descubrimiento de un nuevo mineral de alta densidad revela que el manto terrestre es más activo de lo que se sospechaba. Ello aporta nuevos indicios sobre la historia del planeta.
La excavación más profunda realizada por el hombre (en la península de Kola, en Rusia) alcanza los 12 kilómetros de profundidad. A pesar de haber enviado una sonda espacial en dirección a Plutón, a unos seis mil millones de kilómetros del Sol, hoy en día sigue siendo imposible enviar una al centro de la Tierra. El centro del planeta, a 6380 kilómetros de profundidad, se halla a efectos prácticos más lejos que los límites del sistema solar. De hecho, Plutón fue descubierto en 1930. Sólo seis años después se obtuvieron los primeros indicios sismológicos sobre la existencia del núcleo interno de la Tierra.
La excavación más profunda realizada por el hombre (en la península de Kola, en Rusia) alcanza los 12 kilómetros de profundidad. A pesar de haber enviado una sonda espacial en dirección a Plutón, a unos seis mil millones de kilómetros del Sol, hoy en día sigue siendo imposible enviar una al centro de la Tierra. El centro del planeta, a 6380 kilómetros de profundidad, se halla a efectos prácticos más lejos que los límites del sistema solar. De hecho, Plutón fue descubierto en 1930. Sólo seis años después se obtuvieron los primeros indicios sismológicos sobre la existencia del núcleo interno de la Tierra.
A pesar de todo, contamos con una asombrosa cantidad de información sobre nuestro planeta. Sabemos que exhibe, a grandes rasgos, una estructura similar a la de una cebolla en la que el núcleo, el manto y la corteza forman capas concéntricas. El manto, cuya lenta convección genera los cataclismos geológicos de la corteza, constituye prácticamente el 85 por ciento del volumen del planeta. Esta capa intermedia se halla compuesta por una mezcla de silicio, hierro, oxígeno y magnesio a la que se añaden cantidades menores de otros elementos. A lo largo de toda la extensión del manto las concentraciones de estos elementos son casi constantes. Sin embargo, en función de su profundidad, los mismos se combinan de distinta manera para dar lugar a diferentes tipos de minerales. Ello da origen a las distintas capas concéntricas en las que se divide el manto, en cada una de las cuales predomina un mineral diferente.
Hirose, Kei
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